En la ruta de la rectificación, sobre uno de los temas en el que cometió los mayores y más costosos yerros para su carrera política, Santiago Creel Miranda declaraba en mayo de 2007, a unas cuantas semanas de la que la SCJN declarara inconstitucional la Ley Televisa: “Una ley que se aprueba de la manera como ésta se llevó a cabo, en medio de una elección, prácticamente sometiendo a los candidatos y los partidos a su aprobación, en medio de una negociación de espacios publicitarios, no es la manera para aprobar una ley. Una ley que afianza los privilegios a quienes actualmente detentan un oligopolio, eso no es correcto”.
Luego le dio un canillazo a la acción de los impugnadores, acicateando a los Ministros de nuestro máximo tribunal: “si la Corte no hace los cambios, los haremos nosotros”.
Desde entonces y hasta la fecha, ni a Televisa ni al compacto grupo de Los Pinos que mantiene aislado y mal informado al Presidente Felipe Calderón, se les han olvidado tales afirmaciones. Fueron consideradas como agravio por ambas partes, porque esa expresión fue importante en el ánimo de los ministros pero exhibió las componendas de la campaña.
Por eso desde el gobierno se contempló sin remordimiento alguno, ¡durante un año!, la expulsión de Santiago Creel de la pantalla de la televisión concesionada por el Estado. No hubo acción de gobierno o exigencia partidista alguna que reclamara, no para uno de los suyos, sino para el Presidente del Senado de la República su derecho a la libertad de expresión. Varios se solazaban en el veto impuesto al coordinador de los senadores del PAN. Empezó a decirse, como lo dijeron de mi en su momento: “es su asunto, él se lo buscó, se peleó con las televisoras, que se aguante como hombrecito”. Se decidió coexistir con la censura, antes que arriesgar la gracia de los varones de la televisión. El mensaje es brutal.
Ya lo saben: todo legislador que busque reformar con sentido democrático y antimonopolico la ley federal de radio y televisión, terminará como un pleitista, íncomodo para el partido y el gobierno. Se cumplirá así, la sentencia que el duopolio lleva como amenaza divina a quien ose proponer que se sometan a la competencia y asuman su responsabilidad en la tarea que realizan: el que se pelea con los concesionarios, no aparece en la tele, y el que no aparece en la tele, no existe en política.
Pues hasta ahí, todo iba marchando conforme reza la sentencia en el caso de Santiago Creel. Pero resulta, que sí hay vida después de la censura en la tele, y no sólo eso, el censurado puede colocarse como el puntero de su partido en las encuestas de opinión en una eventual candidatura a la Presidencia de la República. Otro gran mensaje para los mismos a los que se les envió el primero. Actuar con valor en política, reconocer errores, dar la cara, empeñarse en rectificar, reconocer a una hija fuera de matrimonio, asumir una actitud positiva después de la derrota y ponerse a disposición del Presidente que lo derrotó en la interna, también cuenta. Es la escasísima oportunidad que da la vida para rectificar en política. Creel sabe si la continúa, o la vuelve a echar a la basura.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario