Isaac Leobardo Sánchez Juárez es Doctorando en Ciencias Sociales por El Colegio de la Frontera Norte en México y fue el ganador del concurso “Caminos de la Libertad” 2009 organizado por TV Azteca.
Hace poco más de un año estuve viviendo durante algunos meses en este extraordinario país del sur del continente, el grado de progreso alcanzado por esta economía me dejó sorprendido y no me queda duda de las predicciones lanzadas por Ricardo Lagos, quien considera que la economía chilena se convertirá en los próximos treinta o cuarenta años en la primera nación desarrollada de Latinoamérica.
Las bases para el crecimiento económico y la competitividad chilena fueron creadas tempranamente. En los setentas se dio inicio a un conjunto de reformas estructurales que permitieron a este país superar exitosamente los trastornos experimentados en los ochentas, crecer en los noventas y consolidarse en la primera década del siglo XXI.
Las reformas realizadas incluyeron áreas como la política fiscal, política comercial, privatización, sistema bancario y leyes de bancarrota. Chile también fue pionero en la reforma al sistema de pensiones, las reformas para descentralizar y permitir el acceso del sector privado a la provisión de servicios de salud, educación y concesión de infraestructura.
Todo el programa de reformas se realizó para modificar la participación de los sectores público y privado en el suministro de bienes y servicios, en el modo de asignar los recursos y obviamente en el marco institucional.
La lógica consistía en utilizar el sistema de precios para asignar los recursos y mantener una regulación eficiente, con un Estado que otorgara facilidades para la inversión privada y la operación de los mercados.
En suma, Chile escogió y se comprometió con la libertad como estrategia para el desarrollo, los resultados están a la vista. Chile fue en el 2009 la nación latinoamericana con la mayor libertad económica y la número cinco del mundo, según el índice construido por el Fraser Institute.
El valor del índice de libertad económica para 2009 fue de 8,14 y obedece a la siguiente combinación (10 es el máximo): el tamaño de gobierno presentó un valor de 7,95; la protección de los derechos de propiedad 6,62; la libertad para comerciar a través de las fronteras 8,52; la política monetaria 9,15; y, la regulación del crédito, del mercado laboral y de las empresas 8,02.
Chile se encuentra a un paso de consolidar la libertad económica y de darse no existen razones para dudar que escape de la trampa del subdesarrollo. El virtual triunfo de Sebastián Piñera (inversionista y economista) como sucesor de Michelle Bachelet garantizará la aplicación de una política económica pertinente y abonará el camino para una mayor libertad.
La libertad económica ha ido en aumento y ésta es una de las causas del crecimiento económico. De 1980 a 1985 Chile creció a una tasa promedio anual del 2,1%, cuando la mayoría de economías de la región experimentaba francos procesos de estancamiento. Entre 1986 y 1990 creció por encima del 6% promedio anual; de 1991 a 1995 arriba del 8%; de 1996 al 2001 creció un 3,35% y del 2002 al 2008 un 4,6% (Fuente: Banco Central de Chile).
El rápido crecimiento, particularmente en los noventa, según el economista en jefe de la OCDE Klaus Schmidt-Hebbel, obedece a la calidad de las políticas (estabilidad macroeconómica, reformas estructurales y calidad de las instituciones) y a su complementariedad. La mayor libertad económica se ha traducido en un mayor crecimiento por la vía del incremento en la productividad total de los factores.
La economía chilena ha hecho del fomento a la libertad económica una de sus principales fortalezas. Específicamente se ha enfocado a garantizar la estabilidad macroeconómica, la calidad de sus instituciones (estabilidad política, cumplimiento de la ley, calidad de la regulación y efectividad del gobierno), el desarrollo del mercado de capitales, la apertura comercial y la cobertura en materia educativa.
Pero no todo es miel sobre hojuelas, existen amenazas al desarrollo de la economía chilena, que no se deben ignorar. La primera tiene que ver con la distribución del ingreso, la brecha entre ricos y pobres continúa ampliándose, de no cerrarse podrían estallar conflictos sociales.
Junto a esto, a nivel político, se encuentra el problema mapuche, la tremenda división histórica que existe entre la clase indígena chilena y los “huincas”. El desarrollo tiene que ser inclusivo y respetar la libertad que tiene el territorio mapuche de escoger el camino más apropiado para su desenvolvimiento.
La tercera amenaza tiene que ver con la baja calidad relativa de la educación. Lo cual no es un problema exclusivo de Chile, es un asunto de interés mundial, debido a que el sistema de escuelas “fabrica”, diseñado para operar en un mundo de producción en masa ya no resulta funcional en un mundo de producción flexible basado enteramente en el conocimiento y la innovación.
Precisamente la cuarta amenaza es el bajo nivel de inversión en innovación tecnológica. Si Chile quiera dar el gran salto, necesita convertirse en un país de vanguardia tecnológica, y para ello empresas y gobierno deben dedicar mayores recursos, en el 2005 el gasto era de apenas el 0,65% del PIB.
Pero no todo es gasto, se requiere alentar una cultura de la innovación, un reto que Chile comparte con todas las naciones de Latinoamérica, las cuales se han mantenido a la zaga en la materia.
En resumen, Chile es una economía exitosa, ya que eligió como camino la libertad económica; es cierto que tiene retos que enfrentar, pero seguramente los superara sí todos los actores se dedican a maximizar su función de utilidad o beneficio individual y el nuevo gobierno de Sebastián Piñera continúa alentando la libertad y competencia económica.
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