6 de noviembre de 2006

El lavadero de manos

Leonardo Curzio

El estado mexicano tiene graves problemas de funcionamiento. La democracia ha distribuido poder entre las fuerzas políticas, pero el uso del mismo no se ha complementado con una asunción plena de las responsabilidades. El principio de autoridad se ha diluido porque la eficacia administrativa es deplorable y porque el cálculo político pesa más que el sentido de servicio al ciudadano. No es fácil encontrar a un funcionario que diga: yo soy responsable de esto. Todos los niveles de gobierno y poderes del Estado tienen siempre un pretexto para eludir su responsabilidad. En todo el territorio nacional se practica un "Poncio-Pilatismo" rayano en el cinismo, porque cuando hay éxitos son los primeros en colgarse medallas, pero a la hora de asumir costos, la culpa la tiene el otro.

Un buen número de alcaldes, por ejemplo, es incapaz de contener la oleada de violencia que enluta a sus demarcaciones; vamos, ni siquiera atienden los servicios más elementales como pavimentar calles y ordenar transportes públicos. Siempre tienen a la mano un saco de coartadas para eludir sus responsabilidades. Entre los gobiernos estatales es igualmente frecuente esta actitud.

A menudo la elusión de las responsabilidades viene de la mano de proclamas de cohesión y solidaridad, pero rara vez se escucha un mínimo de autocrítica sobre la debilidad de las haciendas locales o la ausencia de una estructura administrativa profesional. No hay, prácticamente, agendas locales de transformación del aparato administrativo. El centralismo nos deslumbra y creemos que todas las soluciones se ubican en el ámbito federal.

En el gobierno federal, sin embargo, el síndrome de escurrir responsabilidades es también muy frecuente. Se festinan los éxitos cada que tienen ocasión, pero se pasa bajo un prudente silencio el desempeño de las áreas en las que la atención al ciudadano es francamente deplorable. ¿Quién se hace, por ejemplo, responsable de que la frontera sur sea una coladera? ¿Quién responde por la pésima educación que muchos mexicanos reciben en el sistema escolar? ¿Quién nos responde por los litros de gasolina rasurados y las fugas de combustible?

Me sorprende constatar que el debate de las dirigencias partidistas pasa siempre por los temas constitucionales y no se haya reparado en que uno de los ángulos más importantes de la reforma del Estado es precisamente darle al ciudadano servicios de calidad. Tenemos, es verdad, un ciudadano de baja intensidad que aguanta con estoicismo los malos servicios que recibe, desde el transporte público hasta los aeropuertos. Sin reparar en que el voto es una forma de pasar las facturas por el pobre desempeño, los ciudadanos noblemente siguen apoyando a los gobiernos de los partidos que les ofrecen esos servicios, como si la democracia fuera una cosa y la administración otra diferente.

No hay ideología que valga para cumplir con niveles mínimos de integridad y eficiencia los servicios básicos. No se pueden analizar desde un prisma ideológico los litros de combustible que por supuesto no son de izquierda ni de derecha, de la misma manera que la seguridad pública no es un asunto de ideologías, sino eficacia gubernamental.

Debemos empezar a exigir que en la agenda pública, el desempeño del gobierno ocupe el lugar que hasta el momento no ha tenido. El centralismo y la retórica no deben nublar nuestro juicio. Defender la soberanía no debe ser sólo un discurso encendido en el parlamento; debe fundamentalmente ser la defensa de los derechos de todos los mexicanos a tener una educación de calidad, un sistema de salud decoroso, una red de carreteras medianamente decente. La misión principal de un gobierno es precisamente gobernar, y gobernar entre otras cosas significa proveer al ciudadano de los servicios que requiere.

Analista político

1 comentario:

Carlos Alberto Cortez dijo...

Lo divertido de tragarse el atole con el dedo y poner el texto que nos dan en el PAN.

Más dievrtido será que calderón renuncie en tres años, cuando la presión esté encima de él y -sorprendente!- deje al país peor que como lo dejó el PAN.

Nos vemos en las elecciones del 2009 (Claderón habrá chingado tanto al país que comenzará a irse al hoyo el PAN, si no es que Fecal habrá renunciado antes...)