15 de junio de 2009

De las propuestas económicas de los partidos I

Arturo Damm

Esta serie de nueve artículos tiene como fin analizar la plataforma electoral, en materia de economía, de los tres principales partidos políticos, PAN, PRD y PRI, partiendo de un marco teórico que le permita al lector-elector concluir cuál de las propuestas es la mejor o, de ser el caso, la menos mala.

Poco es lo que, a partir de los spots publicitarios de los candidatos a puestos de elección popular, puede llegar a saberse de las propuestas de los partidos políticos. No es lo mismo un espectacular, en el cual se promete, por ejemplo, empleo suficiente y salario justo, que, digamos, la plataforma electoral, en materia económica, del partido X. Lo primero apela a la emoción, lo segundo a la inteligencia, misma que debe responder dos preguntas. Los fines propuestos, ¿son los correctos? Los medios para conseguirlos, ¿son los adecuados?



Esta serie de nueve artículos (el último de los cuales se publicará el viernes 3 de julio, dos días antes de las elecciones), tiene como fin analizar la plataforma electoral, en materia de economía, de los tres principales partidos políticos, PAN, PRD y PRI (citados en estricto orden alfabético), partiendo de un marco teórico que le permita al lector - elector concluir cuál de las propuestas es la mejor o, de ser el caso, la menos mala.



El fin que me mueve a escribir estos artículos, relacionados con la materia que me compete, la economía, es el convencimiento de que uno de los requisitos para que la democracia electoral funcione, y dé como resultado mejores gobiernos, es el voto racional, no emocional, racionalidad en el voto a la cual pretenden contribuir estos artículos, proporcionándole al lector – elector, algunas pistas para discernir, en materia de propuesta económica, cuál de las tres – la panista, la perredista o la priísta -, es la mejor, o la menos mala, para lo cual hay que tener claro, al menos en sus líneas generales, cuál es el camino al progreso económico, definido como la capacidad para producir más (dimensión cuantitativa) y mejores (dimensión cualitativa) bienes y servicios, para un mayor número de gente (dimensión social).



Dicho de la manera más sencilla posible, el camino hacia el progreso económico es el de la inversión directa, sobre todo la privada, que es la que crea empresas, produce bienes y servicios, genera empleos e ingresos, inversión que deberá ser, no solamente mayor, sino mejor, para lo cual se necesita que el marco jurídico de la actividad económica reconozca plenamente, defina puntualmente y garantice jurídicamente el derecho a la libertad individual para trabajar, emprender y producir; para ahorrar e invertir; para distribuir, intercambiar y consumir, así como el derecho a la propiedad privada sobre los ingresos, el patrimonio y los medios de producción. Que el marco jurídico reconozca plenamente, defina puntualmente y garantice jurídicamente el derecho a la libertad individual y a la propiedad privada supone, por el lado de la oferta de bienes y servicios, que todo aquel, nacional o extranjero, que quiera participar en cualquier (ojo: ¡cualquier!) sector de la actividad económica, o en cualquier (ojo: ¡cualquier!) mercado, lo pueda hacer, y, por el lado de la demanda, que el consumidor nacional pueda consumir cualquier mercancía, independientemente de que haya sido hecha en México o en otro país. Se trata, obviamente, de las dos caras de la misma moneda.

Continuará.

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