20 de abril de 2009

Eutanasia

Jesús Olguín Pérez

En últimas fechas sonó otra vez uno de los temas controvertidos de nuestra era, algo que de muchas maneras resulta fascinante para los medios al grado de llevar la nota a los extremos. Me refiero al caso de Eluana, una Italiana que llevaba 17 años en coma y que su familia y un grupo de abogados trataban de terminar con esa condición frente a la negativa de las autoridades de aquel país. Este es el último caso del que se ha escuchado, pero que no se nos olvide que en Inglaterra, Estados Unidos y muchos otros países donde no es legal la eutanasia, existen muchos más. Ahí está el muy sonado caso en España, que terminó en libro y película (Mar adentro) en donde un padeciente parapléjico que, sin tener una enfermedad terminal, pedía la aplicación de la eutanasia por no estar conforme con la condición física en la que terminó después de un accidente y que, por su propia mano con la ayuda de otros, dio fin a su vida probablemente como un acto de triunfo ante un sistema que le impedía realizar su voluntad.

Es sin duda un tema difícil. La medicina del siglo XXI es espectacular. A los que participamos en ella a veces se nos antoja que transgrede lo natural y sobre todo en ocasiones nos hace reflexionar hasta donde sí y hasta donde no se debe, nos hace pensar que si el cuerpo envejece y pierde sus capacidades es porque debe haber un final pero sobre todo, nos hace sentir tan seguros en aplicar toda su fuerza para salvar una vida en el mismo nombre de la vida, que sin lugar a dudas se nos olvida lo humano. Eluana estaría muerta a pesar de las leyes, las religiones, las conciencias humanas y los decretos presidenciales.

No es cuestionable lo que el hombre ha logrado a través de la tecnología para mejorar su calidad de vida, la duración de la misma y la transformación a la que ha sometido a la naturaleza. Es quizás apremiante entender que casi nunca morimos como quisiéramos, pero que prever condiciones como las de Eluana el día de hoy es factible. En nuestro país podemos realizar una carta de testamento vital donde no aceptamos mantenernos con vida asistida por la tecnología si se diera el caso. Habría que meditar, que la eutanasia puede existir para quien la quiera pero, sobre todo, es ventral que los medios de divulguen las noticias con sobriedad y, claro, sin desdoro de las controversias que el tema general. Pueden ser instrumento para que cada uno de nosotros entienda desde su propia perspectiva la vida y la muerte, lo que implica alejarnos de las soluciones mágicas como la variedad de productos que aparentemente nos alejan de la muerte y nos hacen lucir más jóvenes o sin la confusión que genera en un niño de 5 años las más de mil muertes que ha visto en su corta vida tan sólo en las caricaturas. En fin, que situaciones como las de Eluana no sean recurso para el sensacionalismo.

Médico cirujano.

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