3 de junio de 2009

¿Por qué sí votar?

Lorenzo Córdova Vianello

Desde hace varias semanas ha venido cobrando fuerza una postura que llama por no votar en las próximas elecciones, o bien por acudir a las urnas y anular el sufragio. La intención, se dice, es la de protestar por esa vía contra una clase política corrupta y contra partidos que son antidemocráticos en su vida interna, que en realidad no representan los intereses de los ciudadanos, y que están dirigidos por élites que con miradas cortoplacistas buscan sólo satisfacer sus ambiciones personales y de grupo.

Se dice también que ese voto de castigo es una manera para obligar a los políticos a hacerse cargo de su descrédito y a propiciar, en consecuencia, que volteen a ver a la sociedad y atiendan sus legítimos reclamos.

El llamado a no votar o a anular el voto no es algo nuevo. En naciones europeas en ocasiones se ha recurrido al “voto en blanco” como una medida de protesta contra la falta de alternativas políticas reales, como en el caso de Italia, donde el rechazo a Berlusconi, por un lado, y la incapacidad de la izquierda de articular un discurso coherente que se opusiera al del magnate televisivo llevaron a muchos a postular la anulación del voto.

Entiendo los argumentos de quienes buscan impulsar esta postura en México pero no los comparto por las siguientes razones fundamentales:

1. Porque con el diseño legal que tenemos actualmente no existe la posibilidad de distinguir el voto anulado con motivo de protesta de aquellos que suponen un mero error.

2. Porque no es cierto que todos los partidos sean iguales. Existe un evidente descontento hacia los políticos que cruza transversalmente las fronteras partidistas, pero también hay varios aspectos de crucial importancia social que los distinguen y que suponen posicionamientos diferentes en torno a temas como la despenalización del aborto, el modo de combatir al crimen organizado, la manera de enfrentar la crisis económica, el tipo de reforma fiscal que se plantea, la actitud frente a la desigualdad y la pobreza, etcétera.

3. Porque los órganos representativos (en este caso la Cámara de Diputados) se van a integrar en su totalidad, con independencia del número de abstenciones o de votos nulos, y nada garantiza que los partidos tomen nota del reclamo que se les pretende hacer con la anulación del sufragio. Es más, estoy convencido de que un elector que vota por un partido tiene más autoridad moral para reclamarle a éste o a sus representantes las razones y motivos de su actuación. A fin de cuentas, una baja votación no supone de ninguna manera que se incremente el principio de rendición de cuentas, al contrario.

4. Finalmente, y esta es mi razón más importante, el llamado a no votar o a anular el voto no hace otra cosa más que hacerle el juego, conscientemente o no, a las posturas encarnadas por los grandes grupos de interés económico y mediático, que desde hace años han venido construyendo un sistemático y ramplón discurso de descrédito de la política, de los políticos y de los partidos. Basta ver los noticiarios estelares de la televisión para entender el punto.

Detrás de ese discurso se esconden peligrosas pulsiones autoritarias. Se trata de aquellas voces que cotidianamente abonan al desprestigio de la política y del Estado (particularmente de los órganos legislativos) con la evidente intención de hacer prevalecer sus propios intereses. La debilidad institucional sólo conviene a unos cuantos: a aquellos que apuestan por la personalización de la política o a aquellos grupos de presión que buscan imponer su propia agenda. Al fin y al cabo, no hay que olvidar que sin partidos y sin parlamento la democracia se agota.

El reto que tenemos enfrente como sociedad es rehuir a las salidas falsas (como la abstención o la anulación del voto) y encontrar verdaderos mecanismos de exigencia (no sólo durante las elecciones, sino de manera permanente) para demandar a la clase política comportarse a la altura de los graves problemas por los que atraviesa el país.

Investigador y profesor de la UNAM

1 comentario:

Gabriel dijo...

Voto nulo: voto bulo.

Que los políticos son nada más ellos los que están mal, y nosotros los ciudadanos somos los buenos. Es un cuento de niños con el que nos confortamos. Y nos engañamos.

Este país, como ningún otro, cambiará súbitamente. Votar en blanco, o marchar de blanco, no bastan. Se requiere compromiso, inteligencia y paciencia.

Atentar contra las vías electorales para acceder al poder allana el camino a las soluciones de fuerza y de violencia.

El voto nulo, el voto bulo: equivale al suicidio ciudadano. La alternativa: el voto consensual.

Si los votantes logramos concordar en una propuesta ciudadana con mínimo común denominador. Aceptable para gente con distintas ideologías. Reuniríamos una fuerza superior a la de los políticos para imponerles nuestra voluntad.

En la democracia mandamos los ciudadanos. Es cuestión de utilizar nuestras prerrogativas: libertad de expresión, libertad de asociación, y sufragio efectivo; de manera inteligente. Ya es tiempo de imponer nuestro mandato a la clase política.


Propuesta ciudadana del mcd

Si no estamos a gusto con nuestros políticos aprovechemos las elecciones de julio del 2009 para imponerles nuestra voluntad. Establezcamos un consenso que vaya más allá de nuestras preferencias partidistas o de grupo. Un mínimo común denominador para exigir por nuestro voto a cualquier partido o candidato. Estos son los mandamientos ciudadanos propuestos como mínimo común denominador para nuestro voto:

Mandamientos ciudadanos para las elecciones de julio del 2009:
1) Reducción del número de diputados federales de 500 a 300.
2) Disminución del número de senadores de 128 a 32.
3) Cancelación de seguros médicos privados de legisladores y de funcionarios públicos.
4) Recorte de la subvención a los partidos políticos la mitad.
5) Desaparición de los plurinominales de todas las legislaturas.
6) Limitar a tres las fechas de elecciones para un sexenio.

¿Qué es la propuesta mcd?
Se trata de establecer un piso para el voto ciudadano para el 2009. Algo que pueda reunir los intereses ciudadanos y demuestre de forma tangible los beneficios de la democracia.
Se trata de una lección de democracia en la práctica de y para los ciudadanos. Que nos de cuenta de nuestro poder y sea un claro mensaje de nuestro mandato para la clase política.
Que el mínimo común denominador de las ofertas de campaña de cualquier partido o candidato sea la de reducir el congreso: a un diputado por distrito electoral (300) y a un senador por entidad federativa (32) y destintar los ahorros derivados a ciencia y tecnología.


La propuesta del mcd no proviene, ni pertenece a partido político o agrupación definida. Pertenece a todo aquel que quiera hacerla propia. La única excluyente es utilizarla para atacar a personaje o a institución alguna. Si te convence la propuesta: aprópiatela. Únicamente otorga tu voto al candidato o partido que se comprometa con esta. Y difúndela tanto como puedas. Su viabilidad depende de las acciones individuales de los ciudadanos interesados.

Blog: propuestamcd.wordpress.com
Bitácora visual: http://www.flickr.com/photos/36662654@N08/
Presentación en video: http://www.youtube.com/watch?v=IVKoLrDaSzA
Correo –e: propuestamcd@yahoo.com.mx