De niño, Joaquín Guzmán Loera era tan pobre que vendía naranjas para conseguir suficiente dinero para comer. Pero hoy, Guzmán, de 52 años, posee un imperio empresarial y una fortuna personal situada en el puesto 701 de la lista de titanes globales de la revista Forbes.
También tiene otro título: el del hombre más buscado de México.
David Luhnow y Jose de Cordoba recorren Culiacán la capital no oficial del narcotráfico en México
Guzmán es el presidente ejecutivo informal de una de las mayores organizaciones de narcotráfico del mundo, el llamado cartel de Sinaloa, el mismo nombre del estado mexicano donde está su base. Trafica marihuana, heroína, cocaína y metanfetaminas, y tiene lazos con el crimen organizado en 23 países, según funcionarios de México y Estados Unidos.
Las rivalidades y guerras de Guzmán por control de territorio han contribuido a un saldo de muertes relacionadas con la droga que asciende a 11.000 personas en los últimos dos años y medio, un promedio de 366 asesinatos al mes.
Guzmán se ha convertido en un héroe popular del narcotráfico. Es honrado en videos de YouTube y por músicos que escriben baladas llamadas "corridos", en su honor. Es conocido en todo México simplemente como "El Chapo", que en el argot local significa un hombre bajo y fornido.
Engrandeciendo su mística, "El Chapo" ha sobrevivido varios intentos de asesinato por parte de bandas rivales. También ha protagonizado la mayor fuga en la historia moderna de México: en 2001, de una cárcel de máxima seguridad, en un carrito de lavandería. Desde entonces, ha conseguido escurrírseles a los agentes mexicanos y estadounidenses, en un juego del gato y el ratón que dura ya nueve años.
Cada año que pasa sin que México lo atrape, crece su leyenda, una afronta directa a la autoridad del Estado mexicano. El año pasado, se burló de las autoridades organizando una fiesta, con cajas de whiskey y una banda de música regional mexicana incluidos, en un pueblo remoto para ver cómo su novia de 18 años, Emma Coronel, ganaba un concurso de belleza local. Meses después, se casó con ella.
Cada año también aumentan las preguntas sobre por qué México, con la ayuda de EE.UU., no puede encontrarlo, a pesar de una recompensa de US$5 millones ofrecida por Washington (se pueden enviar pistas a chapotips@usdoj.gov) y otra de US$2 millones del gobierno mexicano.
Funcionarios de EE.UU. y México dicen que Guzmán ha usado tanto el dinero como la crueldad para construir una organización disciplinada que lo protege. Se cree que se esconde en las imponentes montañas de Sierra Madre que atraviesan Sinaloa y estados aledaños, convirtiendo la tarea de encontrarlo en una parecida a la de localizar a Osama bin Laden en las montañas de Pakistán. Otro factor es que se cree que Guzmán ha comprado a suficientes miembros de las fuerzas del orden y militares mexicanos para conseguir información que lo alerta y le permite evitar su captura.
En al menos tres ocasiones en los últimos tres años, el aparato de seguridad mexicano ha obtenido pistas sobre el paradero de Guzmán, pero para cuando llegaban agentes al lugar, este ya había huido, según un funcionario de EE.UU. Parte del problema es logístico. En las montañas, los secuaces del capo pueden avistar una caravana de vehículos militares desde muchos kilómetros, dándoles tiempo a huir por medios que incluyen helicópteros o a caballo.
En los últimos años, Guzmán ha visitado con frecuencia un rancho en las distantes montañas del estado de Chihuahua para revisar su plantación de marihuana, según un documento de inteligencia mexicana revisado por The Wall Street Journal. El rancho, propiedad de socios de Guzmán, tiene una pista de aterrizaje y un túnel subterráneo para acceder a él. "En un mínimo de tres visitas, ha llegado con una caravana de al menos seis vehículos, bajo la protección de algunas autoridades del ejército mexicano", dice el documento.
El ministro de Defensa dijo en un correo electrónico que no estaba al corriente de las alegaciones, pero añadió que "varias organizaciones criminales han usado vestimenta y vehículos militares para encubrir sus actividades".
En abril, el arzobispo de Durango, un estado conocido por sus escorpiones, bandidos y naturaleza agreste, declaró que Guzmán vivía allí. "Más adelante de Guanaceví, por ahí vive 'El Chapo', todos lo sabemos, menos la autoridad", dijo a la prensa local el arzobispo Héctor González Martínez.
Cuatro días después, los cuerpos acribillados de dos tenientes del ejército aparecieron cerca de Guanaceví en el maletero de un auto, con los ojos vendados y las manos atadas detrás de la espalda. Junto a los muertos una nota leía: "Con El Chapo nunca van a poder, ni sacerdotes ni gobernantes".
Son comunes los reportes de que se ha visto a Guzmán. En al menos tres ciudades mexicanas, incluida Culiacán, capital de Sinaloa, la gente ha reportado ver al capo llegar a comer a un restaurante local. Dicen que fue precedido por guardaespaldas que confiscaron los teléfonos móviles de los comensales y no permitieron que nadie se marchara. Para compensar por la breve pérdida de libertad de los clientes, se dice que Guzmán pagó la cuenta de todo el mundo.
Un propietario de uno de los restaurantes desmiente el suceso, pero un informe de inteligencia mexicana dice que se cree que al menos una de las historias de los restaurantes es cierta.
Funcionarios mexicanos dicen que no se quieren obsesionar con capturar a Guzmán a costa de ganar la guerra contra el narcotráfico. "En el pasado, la estrategia era capturar a los peces gordos e ignorar a los individuos operativos. Ahora estamos tratando de debilitar la estructura de los carteles", dice el fiscal general, Eduardo Medina Mora.
Algunos funcionarios de EE.UU. creen que México capturará pronto a Guzmán. Dicen que su estatus como el hombre más buscado de México lo obliga a estar siempre moviéndose, dificultando la gestión de las operaciones diarias. Dicen que ha envejecido rápidamente, y establecen paralelos con el fallecido capo colombiano Pablo Escobar, que fue asesinado tras pasar años prófugo.
"El Chapo Guzmán es un hombre muerto, y lo sabe", dice Michael Braun, quien se jubiló hace ocho meses como jefe de operaciones de la Administración para el Control de la Droga de EE.UU., o DEA por sus siglas en inglés. "Nadie en este negocio vive hasta viejo o para disfrutar de sus nietos".
Pero Guzmán ha sido subestimado otras veces. En 2005, el fiscal general de México, Daniel Cabeza de Vaca, dijo que el capo "ya no operaba" en el negocio de las drogas. A principios de 2007, el actual fiscal general, Medina Mora, calificó a Guzmán como agua pasada en el negocio de las drogas. "No me importa donde esté" declaró a The Wall Street Journal en una entrevista. "Es como una vieja gloria del fútbol".
Desde entonces, Guzmán ha dejado poco lugar a duda de que es una figura central en la guerra contra el narcotráfico. Los expertos dicen que la incursión de su grupo en el norte del estado de Chihuahua para tratar de usurparles a grupos rivales el control de lucrativas rutas de contrabando ha convertido el lugar en un campo de batalla. Unas 3.300 personas han sido asesinadas en los últimos 15 meses, según reportes de prensa. Una pugna paralela entre Guzmán y uno de sus antiguos socios, Arturo Beltrán Leyva, causó matanzas en Sinaloa que se cobraron más de 600 vidas. Entre las víctimas de esa lucha: el hijo de 22 años de Guzmán, Édgar, acribillado en el estacionamiento de un local del centro de reparaciones de neumáticos Bridgestone en Culiacán.
En la actualidad, los expertos creen que el grupo de Guzmán está luchando contra otros carteles en estados tan diversos como Chihuahua, Durango, Baja California, Guerrero, Sonora, Michoacán y Quintana Roo.
Según personas que conocen al capo y están dispuestas a hablar públicamente, Guzmán parece un tipo sencillo e inteligente, a pesar de haber estudiado sólo hasta el tercer año de primaria.
Sus raíces
Uno de cuatro hermanos, Guzmán nació en un caserío de unas 40 casas en las montañas de Sinaloa, conocido como La Tuna, en el Condado de Badiraguato. El lugar tiene la cuestionable distinción de ser la cuna de la mayoría de los narcotraficantes famosos. La ubicación de Badiraguato tiene mucho que ver con eso: es el portal al "triángulo dorado" de México, una intersección montañosa y remota entre los estados de Sinaloa, Durango y Chihuahua donde se ha cultivado opio y marihuana por generaciones.
Poco se conoce sobre los primeros años de vida de Guzmán. Pero se cree que como muchos de sus vecinos, el ya fallecido padre de Guzmán era un gomero, una persona que cultivaba amapolas para opio y heroína. La familia era tan pobre que cuando Guzmán era un bebé, su madre convirtió una caja de madera usada para empacar tomates en una cuna para él, dice un funcionario local.
"Cuando me platicaba de su infancia, él quedaba como suspendido en la pared, como si fuera algo que quisiera olvidar", dijo Zulema Hernández, una ex policía que conoció a Guzmán cuando ella estaba cumpliendo una sentencia por robo, en una entrevista con el periodista mexicano Julio Schere para su libro sobre el sistema penitenciario del país.
Hernández dijo que Guzmán tenía miedo de volver a ser pobre. "Ese era un hilo de comprensión entre nosotros", le dijo al periodista. Hernández se unió a las filas del narcotráfico luego de salir en libertad en 2004, dice la policía mexicana, y fue hallada muerta en la maletera de un auto abandonado en Ciudad de México el año pasado. La policía no cree que su muerte esté ligada a Guzmán.
Badiraguato, uno de los 200 condados más pobres de México, ofrece pocos empleos, más allá del narcotráfico, a sus jóvenes.
Los habitantes de las montañas de Badiraguato son considerados por la mayoría como clanes muy cerrados, donde rige el machismo y la lealtad, y no faltan los asesinatos y las vendetas para quienes quebrantan su honor.
Tratar de atrapar a Guzmán en un lugar como Badiraguato es un desafío. El condado abarca unos 6.000 kilómetros cuadrados, con más de 450 pequeños pueblos esparcidos por montañas inaccesibles. Badiraguato cuenta sólo con 38 policías y cinco patrullas, todos asignados en la capital del condado, dejando a todos los otros pueblos sin policía, sólo con los pistoleros de los carteles.
El pueblo natal de Guzmán está a cinco horas de la capital del condado, por una carretera polvorienta.
Reporteros de The Wall Street Journal trataron de visitar el pueblo junto a un funcionario local, que quería alardear de los esfuerzos para el desarrollo económico de la zona, como la construcción de cabañas ecológicas para turistas. Pero tras un retraso de dos días, el funcionario dijo que el viaje era demasiado peligroso. "Me dijo que una visita sería vista como inconveniente", dijo. "[El Chapo] no quiere publicidad".
En su juventud en los años 80 en Badiraguato, Guzmán escaló los rangos, convirtiéndose en lugarteniente de Miguel Ángel Félix Gallardo, otro oriundo de Badiraguato y ex policía que se había convertido en el principal narcotraficante de México, según analistas y ex policías.
Pero la relativa unidad impuesta por Félix Gallardo se vino abajo tras su arresto en 1989. Su imperio, en particular los cruces fronterizos que eran puntos de contrabando, fue dividido entre sus lugartenientes. Guzmán y su buen amigo Héctor "El Güero" Palma, se quedaron con el cruce en Mexicali, a 110 kilómetros de Tijuana.
Guzmán empezó a construir un imperio propio. Fue pionero en el uso de túneles subterráneos para transportar drogas desde México a EE.UU. Uno de los túneles cerca de San Diego tenía electricidad, conductos de ventilación y rieles para transportar las drogas, según la DEA.
Guzmán operó una línea de ensamblaje empacando cocaína en latas de chiles de la marca Comadre, exportando la droga a EE.UU. por riel, según testificó en 1996 su principal contador, Miguel Ángel Segoviano, en el juicio de uno de los socios de Guzmán. A cambio de la droga, Guzmán importaba a México millones de dólares en maletas que llegaban por avión al aeropuerto de Ciudad de México, donde funcionarios comprados se aseguraban que no fueran inspeccionadas.
Captura y fuga
A principios de noviembre de 1992, Ramón Arellano y cuatro pistoleros acribillaron el auto de Guzmán con sus AK-47 mientras conducía por la avenida principal en Guadalajara, en aquel entonces un centro en la industria del narcotráfico.
Días después, El Chapo contraatacó. Unos 40 pistoleros haciéndose pasar por policías atacaron Christine's, un club frecuentado por turistas en el pueblo de Puerto Vallarta. Cinco personas murieron en el tiroteo, pero Ramón y Javier Arellano, que se encontraban en el baño al momento de los disparos, huyeron ilesos.
Seis meses después, sicarios de los Arellano mataron a siete personas en un espectacular tiroteo en el estacionamiento del aeropuerto de Guadalajara, a donde Guzmán había ido a coger un avión. Entre los muertos estaban dos guardaespaldas de Guzmán y cinco personas no relacionadas con el narcotráfico, incluyendo a Juan Jesús Posadas, el cardenal de la ciudad y uno de los dos principales prelados de México.
Guzmán escapó avanzando a rastras y rodando por el estacionamiento antes de tomar un taxi, declaró más tarde a la policía. Se refugió en Ciudad de México, compró pasaportes falsos y se marchó con una novia y un socio a Guatemala.
El asesinato del cardenal conmocionó a México, y forzó al gobierno a demostrar que estaba detrás de los narcotraficantes. Tras 16 días, Guzmán fue capturado por soldados guatemaltecos y entregado a México.
Entrevistado tras su arresto por la policía, Guzmán negó estar involucrado en el narcotráfico. "Toda mi vida he estado dedicado a la agricultura", dijo. Declaró que era un agricultor y hombre de negocios, que compraba y vendía maíz, azúcar, productos enlatados y semillas, y a veces también participaba en peleas de gallos. Sus ingresos, dijo, eran de unos "20.000 nuevos pesos [US$5.700] al mes, sin extras". Amante de las pistolas, le dijo a la policía que su arma favorita era el rifle automático ruso AK-47.
Guzmán fue sentenciado a 20 años de cárcel por conspiración, soborno y narcotráfico. Fue enviado a la prisión de máxima seguridad de Puente Grande, desde donde continuó dirigiendo su imperio. En la cárcel, sobornó a casi todo el mundo, incluyendo el guardián, que ahora está en prisión por permitir la fuga.
El dinero de Guzmán le compró privilegios en la cárcel, según funcionarios policiales que investigaron su fuga. Su celda tenía un televisor, y a veces elegía su comida de un menú en vez del servido al resto de los presos. Tenía un celular para seguir operando su negocio de narcotráfico y se reunía con frecuencia con miembros de su organización. Otros visitantes regulares eran su mujer, varias amantes y prostitutas. Se le daba Viagra.
Una de sus amantes era Hernández, la policía en la cárcel por robo. Después de que se involucraran por primera vez, Guzmán le mandó whiskey y flores, seguidas de docenas de cartas de amor, dictadas por Guzmán y escritas por otra persona.
La historia oficial de la fuga de Guzmán es algo así: se hizo amigo de un empleado de mantenimiento de la prisión llamado Javier Camberos. Guzmán les dijo a los guardias a quienes había comprado que Camberos iba a sacar oro de la prisión en un carrito de lavandería y que no debían registrarlo. Pero la noche del 19 de enero de 2001, Guzmán se escondió en el carrito y Cambreros lo sacó de la prisión. Cambreros está ahora en prisión por ayudar en la fuga.
Muchos mexicanos creen que el personal de la prisión sencillamente dejó salir a Guzmán. Es difícil saber lo que realmente pasó, en parte porque las grabaciones de la cámara de seguridad de esa noche fueron borradas por los funcionarios de la prisión. Jorge Tello, uno de los más altos funcionarios de seguridad de México en ese tiempo, visitó la prisión el día de la fuga, tras oír rumores de que el capo podría escaparse. A pesar de la visita, Guzmán consiguió fugarse.
Tello, que no respondió a solicitudes de comentario, es ahora el principal asesor de Felipe Calderón en la guerra contra el narcotráfico.
—Evan Pérez y John Lyons contribuyeron a este artículo
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