Fidel Castro aprendió mucho del fallido paso por el poder del presidente chileno Salvador Allende en 1973. El líder cubano usó las lecciones de esa amarga derrota para entrenar al venezolano Hugo Chávez sobre cómo alcanzar la dictadura por la vía democrática más de 25 años después.
Ahora, los revolucionarios de América Latina podrían estar experimentando otro revés y, en esta ocasión, no pueden afirmar que un golpe militar derrocó a su dictador en potencia. En cambio, el ex presidente de Honduras Manuel Zelaya fue arrestado por orden de la Corte Suprema y depuesto por el Congreso. Y a pesar de la enorme presión internacional, la democracia hondureña hasta ahora ha defendido su estado de derecho.
Sin embargo, lejos de darse por vencidos, los protegidos de Castro ya usan en El Salvador lo que aprendieron en Tegucigalpa. La democracia de libre mercado más prometedora de América Central ahora lucha por su vida.
Allende fue derrocado por las fuerzas armadas porque había pisoteado la Constitución. La Corte Suprema, el Colegio de Abogados y el Colegio Médico denunciaron su desapego a la ley. Según James R. Whelan, autor de una historia de Chile titulada "Desde las cenizas", la cámara de Diputados aprobó una resolución el 22 de agosto de 1973 que "decía claramente que era responsabilidad de los militares... 'poner un fin inmediato' al estado de caos y 'encausar la acción del gobierno dentro de los marcos legales...'". Menos de un mes después, los militares cumplieron.
La lección de Chile para la izquierda dura fue que el éxito depende de que primero se controlen las instituciones que tienen el poder de limitar a un aspirante a tirano. Ahora, el liderazgo del partido FMLN de El Salvador, compuesto por numerosos ex guerrilleros, intenta hacer justamente eso.
El partido político del FMLN demoró unos 20 años en acceder a la presidencia. Muchos salvadoreños desconfían del partido debido a su violenta historia. Pero el candidato del FMLN, Mauricio Funes, hizo campaña como un moderado. La economía había sufrido durante la gestión del ex presidente Tony Saca, del Partido Arena, de centro-derecha. Los desilusionados salvadoreños buscaron un cambio.
Funes sigue siendo ampliamente considero como un moderado. La semana pasada un ex presidente, Alfredo Cristiani, me dijo en una entrevista telefónica que, en su opinión, Funes "genuinamente no es parte del grupo dentro del FMLN que quiere conducir a El Salvador a una dictadura".
Cristiani, sin embargo, está preocupado y tiene buenos motivos para estarlo. Hay muchos extremistas en torno a Funes, comenzando por José Luis Merino, a quien se le considera el líder de facto del partido. Su nombre de batalla, "Ramiro", apareció como un aliado en correspondencia entre líderes del grupo guerrillero colombiano FARC que fue capturada por los militares colombianos en 2008.
Hace un par de años, en una entrevista con la prensa, Merino explicó la agenda política del FMLN de esta forma: "Es llegar al poder, conquistar a la entera y que esa forma de gobierno no cambie. Por supuesto, no con bayonetas ni con persecución. Hay ejemplos, como Venezuela, que es nuestro modelo".
Las instituciones que se interponen en el camino de Merino son el Congreso, la Corte Suprema y el Consejo Electoral. El partido intentó obtener el control del panel constitucional del más alto tribunal, junto con Saca cuando aún era presidente. Afortunadamente, el acuerdo tras bambalinas fue cuestionado y prevaleció la ley.
Pero lo ocurrido demostró que el FMLN realmente sigue el "modelo de Venezuela" de Merino. También sugiete que, como ya han advertido los críticos, Saca podría estar dispuesto a ayudar al FMLN. El ex presidente sabe que no es de extrañar que un partido político que accede al poder investigue a un ex presidente. Si Saca tiene algo que esconder, la mejor manera de hacerlo sería asegurarse de que no haya ninguna investigación.
La especulación sobre este tipo de maniobras políticas aumentó el mes pasado cuando 12 congresistas de Arena anunciaron que se escindían del partido. Luego de autodenominarse "independientes", procedieron a votar con el FMLN contra una investigación que auspiciaba Arena sobre abusos en subsidios agrícolas.
¿Qué motivó la separación? Cristiani me dijo que un alto miembro del Partido Demócrata Cristiano (PDC) le dijo que por lo menos un congresista del PDC recibió una oferta de US$700.000 para votar con el FMLN. De forma separada, el secretario general del PDC, Rodolfo Parker, advirtió públicamente de múltiples ofertas de un intermediario de entre US$300.000 y US$500.000.
Saca niega cualquier tipo de involucramiento en el plan de compra de votos y, seguramente, Merino tiene suficientes motivos para actuar por su cuenta. Pero en la prensa salvadoreña circulan rumores sobre vínculos entre individuos cercanos a Saca y supuestos intermediarios que actúan en nombre de Merino.
La escisión de Arena no es una traición cualquiera al electorado. En El Salvador los electores eligen una boleta de un partido. Los congresistas se nombran según cuántos votos obtuvo el partido. Estos legisladores no fueron elegidos como individuos, sino más bien como representantes del partido. Con sus votos, el FMLN ahora está a sólo uno o dos votos de una mayoría de dos tercios. Si la obtiene, el partido puede decirle qué hacer al moderado Funes. Luego, los seguidores de Chávez estarán bien encaminados a ganar lo que sus aliados no pudieron obtener en Honduras.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario