Por Almut Schoenfeld y Marcus Walker
BERLÍN—Hay economistas y gobiernos en todo el mundo que albergan sus dudas sobre si los costosos paquetes de estímulo fiscal funcionarán. Pero en Alemania, una de las medidas implementadas ya se ha convertido en un éxito total.
El subsidio de 2.500 euros (US$3.200) para personas que se deshagan de un auto viejo y compren uno nuevo ha causado una estampida hacia los concesionarios. También está inspirando a los vendedores de otros productos, desde electrónicos a dentaduras postizas.
La caída de la producción de autos se ha convertido en un lastre para las economías de Alemania, Japón, Estados Unidos y, en menor medida, América Latina. La crisis de ventas del sector erosionó cerca del 0,6% del Producto Interno Bruto de Alemania en el cuarto trimestre de 2008, según un informe del banco Credit Suisse.
La industria automotriz alemana produjo 17% menos vehículos en el cuarto trimestre que en el mismo período del año anterior.
La importancia de la industria para Alemania —donde el gobierno estima que alrededor de uno de cada siete empleos depende directa o indirectamente de los autos— llevó al gobierno de la canciller Angela Merkel a introducir un subsidio de autos viejos por autos nuevos, que entró en efecto el 27 de enero.
Desde entonces, el programa ha provocado un alud de compras de autos en un país notoriamente reacio al consumo. Sabine Mumm, una bibliotecaria de Schleswig-Holstein, en el norte de Alemania, decidió en enero comprar su primer auto en más de una década. Le llevó varias semanas encontrar un concesionario que tuviera uno disponible.
Tras comprobar la larga lista de espera por un Ford, se acaba de comprar un Dacia, la subsidiaria rumana de Renault SA, de Francia. El precio, gracias al subsidio del gobierno, fue de sólo 7.500 euros (US$9.500)
Para obtener el cheque de subsidio, la gente debe librarse de un auto que tenga al menos nueve años y comprar uno nuevo que cumpla las últimas regulaciones de emisiones. Por el momento, 134.000 personas han solicitado el llamado "bono chatarra", un número que aumenta en 7.000 personas cada día.
Otros países europeos, como España e Italia, también han implementado programas de renovación similares, en los que subsidian préstamos para comprar autos. En Francia, la experiencia tuvo resultados poco concluyentes: los bonos chatarra concedidos en los años 90 sólo causaron un alza temporal.
Varios países y gremios industriales han lanzado sus propios programas de canje en América Latina. La Asociación Mexicana de Distribuidores de Automotores anunció en junio descuentos del 10% sobre el costo de algunos autos para pequeñas empresas que entraran al programa de chatarrización lanzado en agosto. Otros, como Argentina, buscan estimular el consumo no sólo en el sector automotor sino también en el de los electrodomésticos.
Con un subsidio a los fabricantes y a los consumidores que se traducirá en un descuento del 25% en los precios de los nuevos refrigeradores, el gobierno argentino puso en marcha en diciembre un plan para cambiar viejos modelos por otros más modernos de mayor eficiencia energética. El objetivo es reactivar las ventas, asegurando así los puestos de trabajo en las plantas, y reducir el consumo de energía. Próximamente, el gobierno argentino anunciaría la ampliación de estos "bonos chatarra" a otros bienes durables, entre ellos los aparatos de aire acondicionado, las cocinas y las lavadoras.
En Alemania, la fiebre de los "bonos chatarra" ha hecho que otros sectores no hayan dudado en subirse al carro, incluso sin ayuda del gobierno. La tienda de electrónicos Media Markt lanzó en febrero una oferta limitada que les entregaba a los compradores de computadoras 100 euros (US$126) por su vieja PC. La sastrería de lujo Herr von Eden les está ofreciendo a sus clientes hasta 300 euros (US$380) por sus trajes viejos si encargan uno nuevo. Y dentistas en el noreste del país están ofreciendo a sus pacientes 100 euros por sus dentaduras postizas viejas si compran una nueva, siempre y cuando el cambio sea necesario por razones médicas.
—Maruxa Relaño contribuyó a este artículo.
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