También, se discute si el “no voto” es un derecho, como parte de la libertad de votar (la cual implicaría también la de no votar).
Me encuentro, en diversos portales, mensajes y blogs de internet, varios ciudadanos y organizaciones que convocan a anular el voto o abstenerse en estos comicios intermedios, no siempre por idénticas razones, pero sí parecidas. Usan distintos lemas, frecuentemente creativos. Una especie de campaña underground que contrasta con la del IFE que exhorta a votar por algún partido. El Instituto asocia el voto por algún partido como la vía de cambio. Muchos pensamos, en cambio, que, en las actuales condiciones partidocráticas, un alto nivel de participación efectiva (por uno u otro partido) sería un factor de inercia y estancamiento, al validar a los partidos en su actual ruta. Uno de esos movimientos por el “no voto” utiliza el lema: “Un voto anulado dice más”, con el evidente propósito, no sólo de protestar a nivel individual contra todos los partidos (por no resultar convincente ninguno), sino hacerlo masivamente y que al menos quede constancia de la magnitud de dicha inconformidad.
Otro movimiento se denomina, de manera no muy rebuscada, “Yo anularé mi voto”, cuyos promotores sintetizan el sentir de muchos ciudadanos, que refleja una fuerte crisis de representación política: “Cada tres años (los partidos) llaman al pueblo a las elecciones. Despilfarran cuantiosas sumas del erario en campañas y encuestas para convencernos de darles unos minutos en las urnas; porque es a unos minutos que se reduce nuestra participación. Lo más absurdo es que nuestro voto es indispensable para que esta clase política usurpe nuestros derechos democráticos… Por eso no votaremos por ellos este 5 de julio. No seremos cómplices de su impunidad”, dicen ahí.
Otro movimiento, en Jalisco (desconozco si también está extendido a otras entidades), se denomina: “Para políticos nulos, un voto nulo”. El título lo dice todo. Hay también blogs especiales en torno a este tema, como lo es anulomivoto.blogspot.com. Ahí los participantes discuten si votar por algún partido político, el de su preferencia, el “menos malo”, o uno al azar, con tal de votar. O bien si es válido no sufragar por ninguno. Y, en otro plano, se debate si estratégicamente conviene más abstenerse o concurrir a la casilla y anular el voto. Se dan evidentemente razones en uno y otro sentidos. Los inconformes con los partidos reclaman su derecho a protestar contra el sistema de partidos (y, a veces, también contra el electoral). Y debaten cuál de esas expresiones, la abstención o el voto nulo, puede presionar más eficazmente a los partidos para que realicen reformas que incluyan en mayor medida a sus “representados”. También, se discute si el “no voto” (en cualquiera de sus dos expresiones) es un derecho, como parte de la libertad de votar (la cual implicaría también la de no votar). Yo así lo creo. Algunos polemistas en ese debate dicen que no es obligatorio votar por algún partido (como los “participacionistas” quieren). Dicen que eso es como elegir entre morir en la horca o en la guillotina. Quienes prefieren anular el voto insisten en que no se desea mandar el mensaje de la apatía (como comúnmente se interpreta la abstención), sino de rechazo activo y deliberado a todos los partidos. Concuerdo con ello. Es lo que suele llamarse “abstencionismo activo, o cívico”, pero que fácilmente puede confundirse con el abstencionismo apático o indiferente, si no se plasma en una boleta anulándola con claridad. Nuestra legislación no contempla el “voto en blanco”, como sí existe en varias democracias, es decir un espacio, en la boleta, especial para quien quiera votar por “ninguno”, en cuyo caso no tacha toda la boleta, sino sólo ese espacio creado como una opción legítima, na posibilidad de la libertad de votar. Habrá que empujar que en adelante se incluya ese derecho (que en general, aún los “participacionistas” reconocen como menos perjudicial institucionalmente que sólo abstenerse de ir a las urnas).
Un ciudadano abstencionista expresa, por su parte: “Se trata de no votar, no de anular el voto: un voto anulado brinda legitimidad al sistema, dado que, en las cuentas finales, gane quien gane, sin importar con cuántos votos, lo habrá logrado con un índice significativo de votos emitidos. La lección que requieren los partidos y los candidatos es que, si resultan elegidos, sea con un índice extremadamente reducido de emisión de votos: que quede claro que sabemos que no representan a nadie, más que a sus respectivos intereses”.
Por su parte, el Movimiento Segunda Generación promueve la anulación del voto en lugar de la abstención: “Si dejamos de votar, el gobierno cree que los ciudadanos no estamos interesados en las elecciones, si anulamos el voto mostraremos inconformidad con los candidatos; siendo ésta una democracia, tenemos el derecho de decidir no votar por nadie, dado que nadie nos convence”, asegura su líder, Gabriel Hinojosa, cuya campaña se denomina “Tache a Todos”. Y un ciudadano que coincide con ello, argumenta: “En vez de ser un ciudadano irresponsable que no cumple con sus responsabilidades sociales, este año ejerceré mi derecho a votar y cumpliré con mis responsabilidades sociales, anulando mi voto”. Yo coincido con esta óptica, pero seguramente muchos otros inconformes con los partidos no lo vean así, por lo cual es probable que el abstencionismo sea superior al índice de votos nulos. Sería interesante y conveniente que el IFE, en su empeño por abatir el abstencionismo, informara también a la ciudadanía la posibilidad de participar sufragando por un candidato no registrado, que es equivalente a anular el voto, algo aceptado por nuestro sistema electoral como legal y legítimo, pues incluso la boleta reserva un espacio para dicha opción. A menos, claro, que el IFE esté al servicio de los partidos, y no de la ciudadanía, que merece y requiere la información completa antes de tomar su decisión.
Sería interesante que el IFE informara también a la ciudadanía la posibilidad de sufragar por un candidato no registrado.
1 comentario:
Voto nulo: voto bulo.
Que los políticos son nada más ellos los que están mal, y nosotros los ciudadanos somos los buenos. Es un cuento de niños con el que nos confortamos. Y nos engañamos.
Este país, como ningún otro, cambiará súbitamente. Votar en blanco, o marchar de blanco, no bastan. Se requiere compromiso, inteligencia y paciencia.
Atentar contra las vías electorales para acceder al poder allana el camino a las soluciones de fuerza y de violencia.
El voto nulo, el voto bulo: equivale al suicidio ciudadano. La alternativa: la Propuesta Ciudadana del mínimo común denominador.
En la democracia mandamos los ciudadanos. Es cuestión de utilizar nuestras prerrogativas: libertad de expresión, libertad de asociación, y sufragio efectivo; de manera inteligente. Ya es tiempo de imponer nuestro mandato a la clase política.
Propuesta ciudadana del mcd
Si no estamos a gusto con nuestros políticos aprovechemos las elecciones de julio del 2009 para imponerles nuestra voluntad. Establezcamos un consenso que vaya más allá de nuestras preferencias partidistas o de grupo. Un mínimo común denominador para exigir por nuestro voto a cualquier partido o candidato. Estos son los mandamientos ciudadanos propuestos como mínimo común denominador para nuestro voto:
Mandamientos ciudadanos para las elecciones de julio del 2009:
1) Reducción del número de diputados federales de 500 a 300.
2) Disminución del número de senadores de 128 a 32.
3) Cancelación de seguros médicos privados de legisladores y de funcionarios públicos.
4) Recorte de la subvención a los partidos políticos la mitad.
5) Desaparición de los plurinominales de todas las legislaturas.
6) Limitar a tres las fechas de elecciones para un sexenio.
¿Qué es la propuesta mcd?
Se trata de establecer un piso para el voto ciudadano para el 2009. Algo que pueda reunir los intereses ciudadanos y demuestre de forma tangible los beneficios de la democracia.
Se trata de una lección de democracia en la práctica de y para los ciudadanos. Que nos de cuenta de nuestro poder y sea un claro mensaje de nuestro mandato para la clase política.
La propuesta del mcd no proviene, ni pertenece a partido político o agrupación definida. Pertenece a todo aquel que quiera hacerla propia. La única excluyente es utilizarla para atacar a personaje o a institución alguna. Si te convence la propuesta: aprópiatela. Únicamente otorga tu voto al candidato o partido que se comprometa con esta. Y difúndela tanto como puedas. Su viabilidad depende de las acciones individuales de los ciudadanos interesados.
Blog: propuestamcd.wordpress.com
Bitácora visual: http://www.flickr.com/photos/36662654@N08/
Presentación en video: http://www.youtube.com/watch?v=IVKoLrDaSzA
Correo –e: propuestamcd@yahoo.com.mx
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