La grabación publicada por Proceso muestra en toda su vulgaridad al director de Información de Televisa: "Ya lleva un mes de incendiaria; desde hace un mes va a todos los foros; nos mienta madres, pide que nos quiten canales". En esos términos Javier Tejado Dondé se refería a la periodista Carmen Aristegui. La grabación de la charla que sostuvieron dos funcionarios del consorcio mediático le permitió a Proceso asegurar en su portada del 24 de febrero pasado: "Fue de Televisa la conjura contra Aristegui".
Así lo han creído, porque así quisieron creerlo, muchos simpatizantes de la dinámica periodista que fue despedida de XEW al comenzar el año. Como han estado convencidos de que la culpa de la salida de Aristegui del noticiero matutino de esa emisora es de la cúpula de Televisa y no del grupo español PRISA -consorcios, ambos, que comparten la propiedad de la cadena radiofónica-, no pocos lectores y radioescuchas encontraron en aquel reportaje la confirmación de tales certezas.
Sin embargo en esa conversación lo único que se confirma es la torpeza política, verbal e incluso jurídica de los abogados de Televisa. Allí Tejado le pide a Joaquín Balcárcel, vicepresidente jurídico de la empresa, que intervenga ante otras firmas de telecomunicaciones para que respalden las reformas que fueron conocidas como Ley Televisa y que estaban siendo discutidas en el Senado. De paso, aprovecha para despotricar contra la periodista que les daba espacio en su noticiero a impugnadores de aquellas modificaciones legales.
"Ella es la vocera de todos estos grupos que han vivido durante 10 años de golpear a los medios electrónicos", se queja Tejado con un patético desconocimiento de las razones que llevaron a muy diversos sectores de la sociedad a oponerse a la Ley Televisa.
También ignoraba, a pesar de que en la posición que ocupa supuestamente tiene oportunidad de recibir información muy variada, qué se decía y por parte de quiénes acerca de las reformas a las leyes federales de Telecomunicaciones y de Radio y Televisión.
Tejado Dondé le adjudica a Carmen Aristegui puntos de vista que la periodista nunca manifestó en un foro sobre ese tema que se realizó en Ciudad Universitaria.
Lo que no se infiere de la transcripción publicada por el semanario es que el despido de Aristegui haya obedecido a una conjura del consorcio. La conversación ocurrió en marzo de 2006. Diez meses más tarde Televisa Radio le renovó a esa periodista su contrato anual sin que aquellas animosidades hubieran sido suficientes para impedirlo. (La deplorable remoción de Aristegui de su espacio radiofónico la comentamos en emeequis 102, en circulación el 14 de enero pasado).
Proceso no les explica a sus lectores cómo obtuvo la grabación de la charla telefónica. El autor de la nota, Jenaro Villamil, es sin duda el reportero especializado en medios más conocedor de ese tema en la prensa mexicana. Pero el reportaje del 24 de febrero se limita a transcribir la filtración que alguien le proporcionó a esa revista. Allí no hay aportación periodística alguna.
La grabación es evidentemente ilegal. Alguien interceptó el teléfono de Javier Tejado. Hace un par de años El Universal publicó fragmentos de otras grabaciones obtenidas al intervenir la línea telefónica de ese funcionario de Televisa. Proceso indica que esta grabación "es distinta" a las que dio a conocer El Universal sin aclarar si se trata de la misma intercepción telefónica.
Esas grabaciones fueron obtenidas de manera ilícita. Los ciudadanos y grupos que impugnan a Televisa y cuyo empeño fue respaldado el año pasado por la Suprema Corte de Justicia que consideró inconstitucionales las reformas emprendidas para favorecer los intereses de las televisoras, tendrían que cuestionar los procedimientos periodísticos ilegales aunque de ellos resulten declaraciones que confirman nuestros recelos y conjeturas. En cambio, durante las últimas semanas hemos leído y escuchado aplausos a la publicación de la charla entre los abogados del consorcio.
En la disputa por la claridad en los medios de comunicación, los tramposos e ilegales han sido aquellos que defienden los privilegios de Televisa y otras empresas. El único monopolio que no vale la pena disputarles es el de la prepotencia y el abuso contra derechos sociales e individuales. Es un asunto de principios. Y también, si se quiere, de elegancia.
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