19 de julio de 2008

Noticieros e informadores que no informan

Alberto Padilla

Crisis en el periodismo televisivo regional. (ó; y ahora quién podrá defendernos?)

Quiero en esta ocasión referirme a un editorial del columnista Mexicano Sergio Sarmiento. Sergio escribe diariamente en el periódico Reforma de México. Tuve la oportunidad de trabajar por varios meses con Sergio hace ya más de 13 años y es alguien de quien aprendí mucho en mis inicios en este asunto de hacer periodismo.

Sigo recurrentemente su columna pues admiro su capacidad como analista y me ayuda a comprender la circunstancia política y económica de México. Normalmente concuerdo con su posición liberal y era conocido por su objetividad….hasta que se hizo ejecutivo de TV Azteca.

Pero no escribo ahora para criticar a Sergio Sarmiento, sino para señalar como en su columna del 17 de julio se refleja fielmente la crisis por la que pasa el periodismo televisivo en Latinoamérica.

La columna en cuestión la adjunté abajo por si la quieren leer y tener más perspectiva de lo que me refiero, pero voy a citar las frases que Sarmiento escribió y que debatiré enseguida:

1-“Televisa tiene derecho a presentar la información de la manera que quiera, siempre y cuando no difame o calumnie”.

2-“Virtualmente todos los medios electrónicos o impresos toman posiciones que se reflejan no sólo en los espacios de opinión sino, en mayor o menor medida, en su cobertura informativa”.

3-“Cada medio, por supuesto, tiene derecho a defender sus intereses o sus posiciones ideológicas”.

Respecto de “1”, si a lo que se refiere Sergio es a que Televisa tiene el derecho de presentar la información –entiéndase noticias- con sus presentadores vestidos de payasos, desnudos o en dibujos animados, sí, si tiene el derecho de presentarlas así. Pero lo que un noticiero que se jacte de serlo no puede hacer jamás es efectivamente no difamar ni calumniar. Pero tampoco esconder información, desinformar, ni darle un sesgo a la noticia bajo ninguna circunstancia ni consideración. De lo contario sería un programa de “entretenimiento”, una telenovela, pero nunca un noticiero.

Respecto de “2”. Sergio Sarmiento solo puede referirse a lo que él conoce de primera mano e íntimamente que es TV Azteca. Pero aquí no hay sorpresa, es un canal cuyo presidente y controlador, Ricardo Salinas, no tiene empacho en utilizar a sus noticieros y noticieristas como instrumento y medio para atacar imparcial, burda –y muy seguido salvajemente- a sus enemigos cuando se siente amenazado en sus intereses. Esto no es nuevo, es ampliamente conocido en todo México, y de nuevo, Ricardo Salinas no lo esconde. Evidentemente Televisa también lo hace como lo refleja Sarmiento. En lo personal he de apuntar que lo hace menos burdamente que Azteca, pero lo hace. Pero en general es un mal que se repite a lo largo y ancho de nuestra región.

Pero afirmar que virtualmente todos “toman posiciones que se reflejan no sólo en los espacios de opinión sino, en mayor o menor medida, en su cobertura informativa” es ofensivo para los que ejercemos la profesión ortodoxamente –por no decir que “correctamente”- que espero seamos aún muchos.

Respecto de “3”; Con estas declaraciones Sarmiento demuestra que luego de trabajar por más de una década en TV Azteca, en el que literalmente se le sentencia a sus empleados; “o dices esto al aire (o lo dejas de decir), o mañana no vienes a trabajar”, y teniendo por competencia a un canal que igual abusa de su posición para efectivamente asumirse como el “4to poder”, ha perdido ya a conciencia de lo que es verdaderamente un noticiero y un informador. Asumir como ciertos esos preceptos señala el nivel de degradación en el que está el periodismo televisivo en México y otros países de América Latina.

Es que ser un informador no tiene porque tener matiz alguno. El buen reportero es el que sabe y puede separar sus opiniones y pareceres de lo que reporta. El informar una noticia es el relatar los hechos como sucedieron, sin colores, matices, corolarios, y mucho menos moralejas. Se informa lo que sucede y ya. Claro que después un buen informador se vale de analistas y expertos invitados para tratar de poner en perspectiva la noticia, siempre con el fin último de aclarar y entender los hechos.

Luego están los programas de opinión…y ahí si todo va y vale, pero es eso, un programa de opinión, no de noticias ni de información.

Para aclarar, yo trabajo para la mayor empresa de medios de comunicación del mundo, y tiene intereses alrededor del planeta que se ven afectados diariamente. Y estoy convencido que la empresa trata de protegerlos por los medios que tenga a su alcance, legítimos ó no. Pero una cosa si puedo asegurar pues lo he vivido por 11 años: Existe una total separación entre la parte corporativa –incluyendo ventas- y la parte editorial y noticiosa. Y existen medios al alcance de nosotros los noticieristas para denunciar incluso a nuestros superiores en caso que tengamos sospecha que se nos está coercionando u obligando a informar o dejar de hacerlo con razones distintas a las apegadas a la ética profesional. En mi tiempo de trabajar para la empresa jamás se me ha dirigido y mucho menos ordenado no informar ó esconder o sesgar alguna información…y vaya que continuamente informo cosas muy negativas sobre clientes de mi empresa.

El hecho de que tengamos al aire payasos como Lou Dobbs no significa más que la intención de ser plurales.

Si quieren que abunde más en esto, lo puedo hacer con mucho gusto.



COLUMNA DE SERGIO SARMIENTO:



(17 julio 2008).- "Efectivamente, se cometió un error de edición en la imagen del Senador Santiago Creel Miranda que mucho lamentamos."

Comunicado de Televisa


Borrar digitalmente la imagen de una persona en una toma abierta no es, que yo sepa, algo que se pueda hacer por "error de edición". Hay que usar para ello una terminal de edición, ubicar al personaje que se quiere borrar y ocultar el rostro de manera manual. Si el personaje se mueve, hay que seguirlo en la secuencia. Además, hay que tener cuidado de no borrar a otros personajes.

El borrado digital del rostro de Santiago Creel en una nota informativa de Televisa no puede tratarse, a mi juicio, de un "error de edición", como afirmó la empresa. Pero quizá sí sea un error político.

No creo que nadie en el público hubiera podido percibir realmente el rostro de Creel en una rutinaria toma abierta de unos cuantos segundos. Nadie parece haberse dado cuenta en un principio, de hecho, que la cara fue borrada digitalmente. Hubo que esperar a ver las imágenes aisladas.

Tengo la impresión de que el borrado digital es algo que hizo un productor al que se le dio la instrucción de evitar tomas de Creel, pero sin detallar más. El resultado, sin embargo, ha sido darle una exposición al Senador panista muchas veces superior a la de una momentánea visión de un rostro alejado.

Televisa tiene derecho a presentar la información de la manera que quiera, siempre y cuando no difame o calumnie. Virtualmente todos los medios electrónicos o impresos toman posiciones que se reflejan no sólo en los espacios de opinión sino, en mayor o menor medida, en su cobertura informativa. Si la animadversión de Televisa hacia Creel -ese político que, paradójicamente, le entregó licencias para establecer casas de juego cuando era Secretario de Gobernación- es tan grande como para borrar digitalmente su imagen, la empresa está en su derecho de hacerlo, aunque el público tiene también el derecho a juzgar la política editorial de la televisora. (Yo colaboro en una televisora competidora, de manera que tendrá usted que tomar cualquier cosa que diga con un granito de sal.)

Sin embargo, la consecuencia del borrado digital no ha sido debilitar sino fortalecer a Creel. Las injustas críticas que se le hicieron como precandidato presidencial por el supuesto apoyo de Televisa ya no podrán revivirse.

Nuestro país ha llegado a un punto en su desarrollo político en el que ya no se puede borrar digitalmente la figura de nadie. Los vetos informativos resultan cada vez menos eficaces. Esta semana, Creel fue entrevistado por Carmen Aristegui en su programa de televisión de CNN y por varios noticiarios de radio. Si lo que se buscaba era dejar en el olvido al presidente del Senado, el resultado ha sido exactamente el contrario. Y es muy saludable para el país que así sea.

Conozco a Creel personalmente desde hace años. Estoy convencido de que es un hombre de principios. En algunos casos he estado de acuerdo con él como político; en otros, no. Curiosamente, estuve entre los pocos que respaldaron su posición como Secretario de Gobernación de otorgar autorizaciones para casas de juego tanto a Televisa como a CIE de Alejandro Soberón. Estos permisos, que tanto le costaron políticamente, no sólo cumplían con todos los requisitos de ley, sino que proporcionaban una saludable competencia al virtual monopolio que Caliente, de Jorge Hank Rhon, mantenía en el mercado legal de juego en el país. De hecho, siempre pensé que si Hank Rhon no había financiado la campaña en contra de Creel por esos permisos, había perdido una gran oportunidad.

Me he opuesto, en cambio, al respaldo que Creel le dio a una nueva legislación electoral que a mi juicio viola la libertad de expresión y concentra la discusión política en una minoría cada vez más pequeña. Pero Creel no es el único político que apoyó este engendro, el cual fue impulsado por el priista Manlio Fabio Beltrones y aprobado con el voto de los tres principales partidos (la honrosa excepción fue el grupo que controla Andrés Manuel López Obrador).

La batalla contra la censura no se puede dar con más censura. El Senador Creel tiene derecho a expresar sus ideas (o a mostrar su rostro). Quienes nos oponemos a lo que piensa debemos estar en posición de combatirlo idea por idea, argumento por argumento.

Me parece positivo que Televisa haya reconocido un error, aun cuando sea de edición, y que Carlos Loret de Mola, el conductor del informativo en que se exhibió el video manipulado electrónicamente, haya invitado a Creel a una entrevista. El Senador sabrá si acepta o no, pero es cada vez más importante que los medios de comunicación abran sus espacios a la discusión de todos los temas con todos los protagonistas.

Cada medio, por supuesto, tiene derecho a defender sus intereses o sus posiciones ideológicas. Pero es precisamente del contraste de estas posiciones que surge la diversidad que tanto necesitamos en el país

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