7 de octubre de 2009

Cinismo verde

SERGIO AGUAYO QUEZADA

Si existiera un concurso internacional de simuladores, el Partido Verde mexicano sería un fuerte candidato al oro. En su haber estarían los revolcones a la ética pública y la entronización del cinismo político.

Para la legislación electoral los partidos son entidades de “interés público”, que deben “ajustar su conducta y la de sus militantes a los principios del Estado democrático” y que sus declaraciones de principios son el marco que norma sus actividades y sus plataformas electorales. ¿Será?

Las propuestas electorales más exitosas de 2009 fueron la movilización para anular el voto y la estruendosa promoción de la pena de muerte hecha por el Verde. La hizo sin cambiar la letra de sus documentos básicos donde, enfáticos, aseguran que los derechos humanos tendrán “especial importancia”, y que entre ellos destaca el “derecho a la vida”.

Está además la equidad de género. La legislación mexicana impone a los partidos tener un 30% de mujeres en “las candidaturas a cargos de elección popular”. La exigencia tiene entusiasta acogida en los textos fundacionales del Verde. Cuando les estorbó la cuota de género, la botaron a un basurero sin separación de desechos: primero registran a mujeres como candidatos propietarios; cuando son elegidas piden licencia para ceder así la curul a los suplentes varones. En 2006 lo hicieron seis diputadas y dos senadoras; en el 2009 seis diputadas. Este año la maniobra provocó tanta indignación que el Verde reculó pero luego hizo que las damitas faltaran 10 veces consecutivas con lo cual esta semana deberán ser llamados los caballeros que esperan educadamente en la sombra.

Con otra simulación completa el trío. De acuerdo con la Constitución, los diputados representan a la ciudadanía que votó por ellos. En el caso del Verde, quienes cruzaron su emblema soñando con horcas, paredones o sillas eléctricas recibirán a cambio una telebancada integrada por personajes decididos a defender los intereses de las televisoras privadas.

Sigue entonces que el Verde ha edificado un sólido patrón de simulaciones que prefiguran “fraudes a la ley”. El término significa que se buscan las vulnerabilidades de la legalidad para violar la letra y el espíritu de la misma. En las irregularidades del Verde también hay manejos poco claros del dinero.

Poco antes de la elección de julio, Roberto Zamarripa, del Reforma (3 de julio del 2009), obtiene un video en el cual aparece un senador del Verde, Arturo Escobar, llegando con una bolsa Louis Vuitton a un aeropuerto de Chiapas poco antes de la elección federal del pasado julio. Cuando la Policía Federal le abre la afrancesada talega, le encuentran un millón 100 mil pesos en efectivo. El político y los policías salen de escena y cuando reaparecen, se observa al senador alejarse mientras se quedan atendiendo a la Policía “su particular” (del senador) y al dirigente del Verde chiapaneco, Luis Fernando Castellanos Cal y Mayor, quien declara que el dinero es para “gastarlo ese domingo durante operativos del partido en Chiapas”. Es menester aclarar que los partidos tienen severas restricciones para el manejo de dinero en efectivo y que el PAN y el PRD presentaron una queja ante el IFE sin que sucediera nada.

El Verde no es el único simulador, pero si el más consistente y el que pone más empeño en difundir su credo corruptor. Pongo como ejemplo al flamante diputado del Verde, Pablo Escudero, quien hasta abril fue alto funcionario de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) para luego brincar, sin rubor alguno, al partido promotor de la pena de muerte. Está tan desembocado el cinismo político que una de las primeras acciones del diputado Escudero fue proponer una reforma a la ley para impedir que el Congreso redujera el presupuesto de la CNDH.

Entiendo la imposibilidad de que el Instituto Federal Electoral atienda todos los posibles casos de simulación y/o fraude a la ley. Son muchos y muy variados. Sin embargo, el Verde es un caso tan paradigmático que sus contrapartes en Europa ya nos pusieron el ejemplo y dejaron de considerarlo, en febrero de 2009, “miembro de la familia política verde”.

Si el Verde ha recibido, entre 1997 y 2009, 2,717 millones de pesos sólo de financiamiento federal, ¿no valdría la pena que el IFE nos ofreciera una visión integral sobre la manera en que los ha empleado? En tanto eso no suceda, el Verde debería recatalogarse porque, más que un partido, es un grupo de interés, una sanguijuela que sangra las finanzas públicas aprovechándose de la indolencia de los árbitros y de la sociedad.

En tiempos tan críticos, la clase política tendría que corregir las simulaciones, sobre todo las más extremas y costosas. Prefieren deleitarse viendo al Verde ejecutar de manera ininterrumpida el vals de los simuladores.



Colaboró para este texto: José Stalin Muñoz.

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