14 de octubre de 2009

¿Defender lo indefendible?

DENISE DRESSER

Veinticinco razones por las cuales la izquierda se equivoca al “solidarizarse” con Martín Esparza, líder del Sindicato Mexicano de Electricistas:

1) La izquierda debe defender derechos pero no privilegios, y la dirigencia del SME tiene más de la cuenta. Decir que todas las organizaciones tienen élites no constituye una defensa legítima de líderes sindicales cuestionables.

2) La izquierda no puede fustigar selectivamente la corrupción y tan sólo denunciarla en sindicatos que apoyan/financian a otros partidos y no al PRD o a Andrés Manuel López Obrador. Para ser creíble, el rasero necesita ser parejo.

3) No es posible justificar ante miles de agremiados que su dirigente sea dueño de un rancho con “caballos criollos”, mientras tantos apenas sobreviven con su sueldo.

4) La defensa del SME “aunque fuera charro”, como han reconocido algunos líderes del PRD, coloca a la izquierda en la incómoda posición de defender algo que es indefendible: la corrupción cuando beneficia a los de casa.

5) El argumento de que es preferible el statu quo a que la empresa sea entregada a extranjeros es tramposo por dos motivos. Dada la restricción constitucional, la empresa no se puede privatizar. Y al agitar la bandera de la xenofobia, sus proponentes están sugiriendo que es mejor la expoliación a los consumidores por parte de mexicanos, como si esa fuera una opción mejor, cuando no es así.

6) Al ignorar la evidencia sobre las irregularidades en la elección de Martín Esparza –incluyendo los 3 mil votos de más–, la izquierda corre el riesgo de avalar el fraude que en otras ocasiones ha denunciado con vehemencia.

7) Es cierto que en México hay otros saqueadores, pero eso no justifica la defensa –en términos comparativos– de quienes lo han sido “un poquito” menos.

8) AMLO tiene razón en criticar a “la mafia de la política, el poder y el dinero”, pero también le corresponde denunciarla cuando surge en el mundo sindical.

9) Al defender los privilegios del SME porque “están dentro de la ley”, a la izquierda se le olvida que el evidente conflicto de interés en que incurrió Juan Camilo Mouriño –tan criticado en su momento por López Obrador– también estaba “dentro de la ley”. No es congruente entonces denunciar una conducta mientras se solapa la otra con el mismo andamiaje legal. A la izquierda le urge criticar leyes que fueron creadas precisamente para proteger privilegios empresariales y sindicales.

10) Al fustigar a quienes han criticado la ineficiencia y la corrupción del SME, y sugerir que “le están haciendo el juego al gobierno usurpador en contra de los trabajadores”, a AMLO se le olvidan los millones de mexicanos que han sido víctimas del deplorable servicio de la Compañía de Luz y Fuerza. Hay muchos que condenan al SME, y no por apoyar a Felipe Calderón, sino para pararse del lado de los consumidores y los ciudadanos.

11) Cuando la izquierda argumenta que la Constitución y la Ley Federal del Trabajo reconocen el derecho de sus trabajadores a organizar sindicatos que pugnen por mejorar sus condiciones laborales, queda claro que sus líderes no han leído el contrato colectivo que rige actualmente al SME. El documento contiene privilegios que van mucho más allá del espíritu de la ley, y que han incentivado la ineficiencia.

12) Al enarbolar de forma acrítica el argumento de la “autonomía sindical”, la izquierda acaba avalando la opacidad y la discrecionalidad que esta autonomía ha producido.

13) La izquierda tiene razón al decir que el gobierno de Felipe Calderón no ha demostrado el mismo celo persecutorio con otros sindicatos públicos –como los de maestros y petroleros–, pero esa no es justificación suficiente para exigir que no se toque al SME. La izquierda debería exigir que se combatan los privilegios y las irregularidades en el SNTE y en el STPRM.

14) Sugerir que porque el gobierno no ha atacado a otras instituciones corruptas no debe hacerlo en el caso del SME vuelve a la izquierda comparsa de lo que en otros casos sí denuncia. Mimetiza la satanización selectiva que no acepta en el caso de Felipe Calderón.

15) Al arropar al SME, la izquierda pierde credibilidad cuando habla de “empresarios y funcionarios responsables del saqueo y la corrupción”. Ese saqueo y esa corrupción también se han dado dentro de los sindicatos públicos, y por simple consistencia democrática se vuelve imperativo reconocerlo.

16) Es cierto, los sindicatos no son los únicos responsables del desastre, pero sí con corresponsables –al igual que numerosas empresas privadas– de la falta de productividad que ha inhibido el crecimiento económico del país.

17) Si el gobierno de Felipe Calderón “no tiene la autoridad moral” para combatir al sindicalismo corrupto, entonces la izquierda debería asumir esa tarea en vez de rehuirla cuando –por motivos electorales– le conviene hacerlo.

18) Es cierto: El gobierno no ha mostrado la misma tirria vis a vis con otros sindicatos. Pues es hora de exigirle que lo haga, y con la determinación que le ha faltado hasta este momento.

19) Así como AMLO critica a los monopolios privados, debe reconocer los abusos que cometen los monopolios públicos.

20) Si la izquierda denuncia la complicidad de Felipe Calderón con Elba Esther Gordillo y Carlos Romero Deschamps, pero protege a Martín Esparza, habrá armado su propia forma de complicidad.

21) Al avalar los abusos de la Compañía de Luz y Fuerza, así como del SME, la izquierda se aleja de la ciudadanía cuyo voto debería cortejar, y estrecha aún más su base de apoyo electoral.

22) Si uno de los temas fundacionales de la izquierda en el mundo es la lucha por la equidad, no puede justificar la persistencia de cotos caracterizados por prebendas que el resto de la clase trabajadora de México no recibe.

23) Al arropar a Martín Esparza como lo hace, la izquierda olvida temas fundamentales, como la falta de transparencia en el manejo de las cuotas, el uso discrecional de las aportaciones gubernamentales, y el destino misterioso de millones de pesos que el sindicato obtiene del gobierno y no se ve obligado a transparentar.

24) El costo elevado de la energía eléctrica –debido a la falta de productividad y al peso de un contrato colectivo, cada vez más oneroso– lo cargan los pobres. Según el presidente de la Comisión Federal de Competencia, los pobres pagan 40% más de lo que deberían en servicios básicos como la luz, por las ineficiencias que venimos arrastrando desde hace años.

25) Si el lema de la izquierda es “Por el bien de México, primero los pobres”, entonces no puede justificar las transferencias y los subsidios a una empresa quebrada, que recibe –de forma anual– el equivalente a dos veces el presupuesto del Programa Oportunidades. Al aceptar esta situación, la izquierda coloca la defensa de alianzas políticas por encima del combate a la pobreza. Su lema se vuelve “Por el bien de nosotros, primero los sindicatos que nos apoyan”.

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