6 de octubre de 2009

Las vacas flacas

Héctor Aguilar Camín


Siempre es mal momento para elevar los impuestos, pero no hay duda de que el peor momento es una recesión. Lo sugiere con plasticidad única el sueño del faraón que descifra José en el Antiguo Testamento.

Sueña el faraón años de vacas gordas y campos arados, y luego años de vacas flacas. José le advierte que vienen años buenos y luego, malos. Debe llenar los graneros en las vacas gordas para gastarlos en las flacas.

Es lo que deben hacer las haciendas públicas inteligentes y los gobiernos responsables. No es lo que ha hecho México con sus épocas de vacas gordas petroleras: la de José López Portillo en los años 80 y la de Vicente Fox en la primera década del siglo XXI.

En un dramático artículo sobre la declinación vertiginosa del campo Cantarell, luego de su explotación máxima en los años del gobierno de Fox, el ex director de Pemex Adrián Lajous recuerda y subraya dos hechos dramáticos:

1. En los últimos 30 años el petróleo ha dado a México la alucinante cantidad de 480 mil millones de dólares de dinero extra, dinero relativamente independiente, añado yo, de la productividad general de la economía mexicana. (“El ocaso de Cantarell”, Nexos, octubre 2009).

2. Dado el ocaso de Cantarell, y dada la absoluta falta de nuevos yacimientos de los que puedan esperarse rentas parecidas en el futuro previsible, la bonanza petrolera no sólo no volverá, sino que se aleja a pasos rápidos, en trancos de miles de millones de dólares por año, de nuestra economía.

La economía mexicana ha dejado de depender mayormente de la producción petrolera, que representa hoy sólo unos puntos del producto interno bruto nacional.

Los excedentes de Pemex, en cambio, representan 35 por ciento del presupuesto federal. El ocaso de Cantarell es en buena medida el ocaso de Pemex, y el ocaso de Pemex es el de la hacienda pública mexicana tal como la conocemos.

Podemos discutir si es el buen o el mal año para empezar a arreglar eso, pero no que estamos llegando al final de un ciclo histórico de vacas gordas y entrando en uno de vacas flacas.

Para los mexicanos esto quiere decir que en los siguientes años o pagan 35 por ciento más de impuestos o le quitan 35 por ciento de presupuesto a su gobierno. Ese 35 por ciento son como unos 65 mil millones de dólares cada año.

La opción de endeudarse para llenar el agujero, dado el tamaño del agujero, no puede sino conducir a un agujero mayor. En el supuesto de que alguien nos preste.

Los diputados que discuten los criterios del presupuesto del año 2010, en realidad empiezan a discutir sobre las vacas flacas del presupuesto federal de la siguiente década.

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