15 de octubre de 2009

La marcha final

FEDERICO REYES HEROLES

El espectáculo sería impresionante. Reporteros de las cadenas informativas de todo el mundo abarrotando los hoteles del centro de la capital. La gran marcha al Zócalo podría iniciar el primer minuto de 2010. Si los sindicalistas piensan que paralizando avenidas por algunas horas se pueden imponer al País, por qué no expresarse en el mismo idioma. Marcha contra marcha.

La coordinación del movimiento se llevaría tiempo. Lo primero sería explicar el costo de la empresa por habitante, no por ciudadano. El enojo cundiría. La cifra oscila los 400 pesos anuales. Bebés, menores y ancianos todos debemos pagar esa cifra para mantener a la improductiva empresa y su corrupto sindicato. Se podría aprovechar la excepcional movilización para levantar un registro de los sublevados en contra del SME. INEGI podría proveer los instrumentos para el ejercicio. La irritación social por el descaro de los trabajadores de seguro se desbordaría, sobre todo entre los segmentos más pobres. Luz y Fuerza era el impuesto más regresivo del País. La marcha tendría un gran apoyo popular. En lugar de que el subsidio sea transferido por la Federación, mejor que la entrega de los dineros la hagan directamente los moradores, uno por uno. Un impuesto disfrazado en beneficio de un grupúsculo es una burla y una humillación a los mexicanos.

Comenzaría Aguascalientes y terminaría Zacatecas. La logística sería complicada pero no imposible. Los transportistas del País podrían aportar su capacidad de mover a cientos de miles de mexicanos cada día. Las autoridades de la capital, actualmente renuentes a asumir un compromiso por coquetear con la idea de no perder algunos votos, no tendrían margen: o ayudan en la organización o harán el ridículo. Todos los días se tendrían que paralizar partes de la capital dependiendo del sitio de origen de los marchistas. Las molestias se volverían permanentes. Parece que ello sustituye a los argumentos.

Los números se imponen. Los 106 millones de habitantes son una mayoría tan apabullante que los sindicalistas se desvanecen. Trabajadores y jubilados y un porcentaje de sus parientes, representan alrededor del 0.09% de la población nacional. Son estadísticamente insignificantes. Son ellos los que lucraban con este impuesto generalizado a todos los mexicanos. Se tendría que marchar día y noche incluidos los días festivos, no hay otra forma de cumplir con la meta: 40 mil mdp. La ciudadanía no pondría demasiada resistencia, el enojo es tal que se aceptaría el sacrificio. Cada día tendrían que marchar alrededor de 290 mil 500 personas, en promedio 12 mil por hora. La Administración debería absorber alrededor de 200 ciudadanos por minuto. La entrega en efectivo y el registro del nombre y domicilio del habitante afectado por el subsidio a la empresa se llevaría alrededor de pongamos 4 minutos. Se necesitarían en el Zócalo mil recepcionistas-cajeros las 24 horas del día más personal de supervisión y seguridad. Harían falta también camionetas blindadas para poder llevar el efectivo a los bancos.

La gran movilización podría comenzar el 31 de diciembre. Me temo que los líderes sindicales rechazarían la invitación a atestiguar el hecho. Aguascalientes abriría plaza. El espectáculo sería desgarrador. Familias completas de dos y tres generaciones llegando a la cita. Mujeres y hombres mayores ayudados por sus familiares entregando sus 400 pesos. Llegarían muchos niños. Los billetes sucios y doblados seguramente serían en su gran mayoría de denominaciones bajas. Ver a las madres solas pagando por su esposo (¿emigrado quizá?) y por sus hijos, familias de cinco integrantes, paupérrimas, entregando 2 mil pesos y algunas ocasiones más sería desolador. Los fotógrafos no se darían a basto con el triste espectáculo. La marcha permitiría un retrato de la República. Clases medias enfurecidas y vociferantes, trabajadores indignados, muchos pobres pocos ricos, de todo. Quizá lo más doloroso sería el desfile de las entidades con población indígena, Chiapas, Hidalgo, Guerrero, las primeras, Oaxaca y Veracruz vendrían después.

Creo que los líderes sindicales desaparecerían de vergüenza. El fraude en sus elecciones internas es ya un nuevo referente de la corrupción. La información de sus prebendas es demoledora. Difícilmente podrían convocar a conferencias de prensa, de hecho tendrían que huir de los periodistas en particular de los extranjeros que quizá preguntarían cosas tan sencillas como ¿ustedes consideran progresista que los pobres los sostengan? ¿Cómo es posible que en un país de jóvenes una empresa tenga un jubilado por cada dos trabajadores? ¿Cuáles son los principales contratos del sindicato con la empresa? PRI y PRD tendrían que cambiar sus posiciones, no podrían defender a un grupo de extorsionadores.

Que no amenacen con marchas, porque en eso también están perdidos. Los hundió su corrupción y soberbia. La última marcha sobre el asunto podría ser virtual. Bien por la liquidación, todavía hay dignidad.

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