En breve: un partido político que tuvo que anular su elección interna, después de cuatro meses de conflicto, debido a la cantidad de irregularidades que en ella se presentaron, organiza ahora una consulta “ciudadana” a matacaballo, en la que ni siquiera hay tinta indeleble en 10 de las 11 entidades en que se realiza. Cinco de ellas, por cierto, gobernadas por el partido que las organiza. Han hecho uso de recursos públicos, del IEDF, en un evento público que la ley no autoriza, con la complicidad del presidente de ese instituto, sin duda agradecido con quienes le salvaron la chamba.
En esa consulta se pone a consideración del votante un par de preguntas, ambas muy generales, y la primera con una premisa falsa. No se tiene padrón de votantes, ni hay observadores interesados en las dos respuestas posibles.
Es interesante notar que una consulta con estas características tiene menor validez que una encuesta que se aplicase en esas mismas entidades. Y mucho menos que una encuesta nacional, evidentemente.
Al momento de escribir estas líneas, la consulta avanza sin mayores complicaciones. Hoy usted sabrá ya cuántos asistieron a votar, y cuál fue la opinión mayoritaria de estas personas. No podrá saber si los datos que se le ofrecen son ciertos, porque el ejercicio no cuenta con las condiciones mínimas de certeza: no hay contrincantes involucrados, no hay independencia del gobierno, no hay un organismo ciudadano vigilante. Dicho de otra manera, será igual que las elecciones que vivíamos en México hasta mediados de los 90.
En esto, como en tantas otras cosas, el partido no puede dejar atrás su origen. En defensa de uno de los bastiones del nacional-corporativismo, la consulta se organiza como siempre se hicieron las elecciones en ese régimen autoritario. Pero, también como entonces, le dirán que lo hacen pensando en usted, que el Estado lo cuida, que están defendiendo sus intereses. Lo están engañando exactamente igual que el régimen de la Revolución lo engañó por décadas, diciendo que la justicia social era su objetivo, que la soberanía los guiaba, que todo lo que hacían era un sacrificio por el bienestar de los mexicanos.
Ya usted sabe bien cuánta falsedad contenían esos discursos. Ya usted sabe que México fue un fracaso durante el siglo XX por sostener ese tipo de tonterías que hoy defienden con ejercicios tramposos y con movilizaciones agresivas. Quieren una restauración autoritaria. Pero la verdadera consulta es en 2009. Y en ella dejaremos atrás el oscurantismo patriotero. No se deje engañar.
Profesor de Humanidades del ITESM-CCM
Ciudadano votando en repetidas ocasiones en la consulta
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