Debería moverlo a esa rectificación la que ofreció Televisa, que atribuyó a un “error de edición” la grosera, pueril en apariencia pero simbólica eliminación del rostro de Creel en una nota informativa.
Si el ex secretario de Gobernación, entre otros motivos, perdió su puesto en la bancada albiazul por presiones del duopolio, el nuevo talante de Televisa, su ofrecimiento de disculpas debería ser copiada por el presionado presidente panista, que de lo contrario quedaría como el villano de la historia mientras que el consorcio Azcárraga se lava la cara.
Por supuesto que hablo en broma de la posible rectificación de Germán Martínez, como es también una broma la actitud de Televisa al haber sido pillada en una modalidad extrema de las distorsiones de la información que es parte de su idiosincrasia, de su manera de aprovechar las concesiones (en sentido jurídico y el más amplio de prebendas en general) que ha obtenido del Estado mexicano, algunas de las cuales le fueron entregadas por el propio Creel.
El 2 de julio, en el noticiario matutino del canal dos, poco antes de la siete de la mañana, se transmitieron los dos minutos en que ese servicio informativo resumió las varias horas de la decimocuarta sesión del debate sobre la reforma petrolera efectuada la víspera. Ya el menosprecio a ese foro senatorial mostrado por los noticiarios de Televisa era una muestra del escaso rigor y el sesgo con que ese integrante del duopolio maneja la información relevante.
Pero esa mañana a quienes deciden la política editorial del consorcio se les pasó la mano. Puesto que como presidente del Senado y anfitrión del debate Creel ocupa un lugar relevante en la imagen del suceso, se difuminó su figura, con lo que al centro del presídium aparecía un destello, no el rostro de quien semanas atrás había encabezado el grupo panista.
De ese modo se llevaba al extremo la práctica de disminuir hasta anular la aparición de Santiago Creel en la pantalla.
Después de su decidida aportación a la reforma constitucional en materia de elecciones, que incluye como elemento central la prohibición de comprar espacios en los medios electrónicos para propaganda política, y de reconocer que la ley Televisa fue aprobada haciendo sucumbir a partidos y candidatos, Creel quedó convertido en demonio en ese consorcio. Su imagen dejó de aparecer en la información senatorial, o al menos se redujo en fuerte contraste con las apariciones de los otros líderes de grupos. En las tomas sobre el foro petrolero, donde era inocultable la presencia de Creel como presidente del Senado, el recorrido de la cámara lo evitaba. Pero el 2 de julio de plano se le borró.
La senadora Yeidkol Polevisky advirtió la burda maniobra, la comunicó al afectado, éste hizo examinar el vídeo correspondiente en la oficina de comunicación del Senado y no quedó duda de que la imagen se había editado para hacerlo desaparecer de la escena.
El 14 de julio el diario Reforma publicó en su primera plana la evidencia, y ese mismo día Creel denunció la conducta de Televisa, que no se dio por enterada.
Al día siguiente, el director de Radio, Televisión y Cinematografía de la Secretaría de Gobernación dirigió un extrañamiento a la televisora y la instó a explicarse. Ahora sí, Televisa reaccionó ante el llamado gubernamental. Atribuyó la afectación a la imagen de Creel a “un error de edición... que mucho lamentamos” y agregó: “La producción de ese noticiario ya tomó las medidas pertinentes para que no se repita ese tipo de errores que comprometen nuestros propios criterios informativos.
“Además, el conductor titular de Primero Noticias le ha extendido una invitación por escrito al senador Creel para una entrevista en ese espacio informativo”.
Por supuesto, el episodio no quedará saldado ni siquiera con la conversación que sostengan Creel y Carlos Loret de Mola, en el supuesto de que el senador la acepte. Y es que el acontecimiento no se limita a un miembro del Congreso y ni siquiera a quien preside (todavía durante mes y medio) una de sus cámaras. La distorsión de la imagen de Creel es sólo una muestra de la habitual posición informativa de Televisa y en esa medida debe ser examinada y enfrentada.
En su respuesta a RTC, el vicepresidente de noticias de Televisa, Leopoldo Gómez (que modera, o lo contrario, el programa Tercer Grado), traza un retrato de sus prácticas informativas que los televidentes medianamente críticos saben que no corresponde a la verdad: la nota de aquel 2 de julio “reflejó de manera amplia la pluralidad de opiniones expresadas sobre las finanzas de Pemex... Ninguna de las posiciones expuestas sobre este tema quedó excluida en el contenido de la nota, por lo que no puede aceptarse que hubo censura o desapego a la normatividad en materia de libertad de expresión”.
Televisa es libre de adoptar la línea informativa que quiera y de orientarla conforme su criterio editorial, político y mercantil.
Su concesión y la ley, aun la reformada de acuerdo con sus intereses, le impone responsabilidades que nadie le exige cumplir. Pero el efecto más grave de su parcialidad informativa resulta del peso que su capacidad de comunicación tiene en la sociedad, falta de alternativas frente al duopolio.
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