El premio Nobel estadounidense Jospeh Stiglitz se ha convertido en una suerte de estrella de rock en algunos países latinoamericanos por sus contundentes críticas al capitalismo a ultranza. Pero en una extensa entrevista, Stiglitz me dijo algunas cosas que probablemente no les guste escuchar a muchos de sus admiradores en la región.
Stiglitz, que ganó el premio Nobel de economía en el 2001, y que un año más tarde escribió El malestar en la Globalización, no se desdice de sus anteriores afirmaciones de que el Fondo Monetario Internacional y las políticas de libre mercado respaldadas por Estados Unidos en años recientes son responsables de parte de la pobreza del mundo, y de la crisis global que nos afecta actualmente.
``Soy un crítico de la manera en que se han implementado ciertas versiones del capitalismo'', me dijo el economista, que enseña en la Universidad de Columbia. ``Creo que el capitalismo irrestricto, la desregulación que fue uno de los ejes del capitalismo norteamericano desde el principio de la presidencia de Reagan, es una era que ha llegado a su fin''.
Agregó que muchos estadounidenses están repensando el modelo económico de su país, y que existe una creciente preocupación ante la posibilidad de que ``intereses especiales ejerzan su influencia para impedir que se realicen las reformas necesarias''.
``En rigor, Estados Unidos no tiene lo que podría llamarse un sistema capitalista puro: hemos estado socializando las pérdidas y privatizando las ganancias'', dijo. ``Tenemos toda clase de intervención gubernamental, pero desafortunadamente, se trata en general de una intervención destinada a ayudar al sector bancario, a las empresas farmacéuticas, a diversos intereses especiales. Es una suerte de sistema de beneficencia para las corporaciones'', agregó. ``De manera que lo que realmente he defendido es una forma más pura de economía de mercado, que no centre su protección en las empresas, sino en la gente''.
Pero Stiglitz, que fue recibido con alfombra roja por el presidente venezolano Hugo Chávez, la presidenta argentina Cristina Fernández de Kirchner y varios otros líderes que aplauden sus criticas al FMI, parece haber suavizado sus críticas de esa institución crediticia con sede en Washington.
``El FMI es mucho mejor que en el pasado, sin duda alguna'', me dijo. ``Ha cambiado en muchos aspectos, y creo que todo el mundo debe reconocerlo. Ha dicho que dará dinero a ciertos países con buenas tasas de interés, sin el tipo de condiciones que deprimían la economía y convertían una recesión en depresión''.
Cuando le pregunté qué debían hacer los países latinoamericanos para crecer y reducir la pobreza más rápido, respondió que debían hacerse más competitivos en la economía global. Y contrariamente a lo que suponen muchos de sus admiradores de la vieja izquierda, Stiglitz parece convencido de que la globalización está aquí para quedarse.
``Un aspecto oculto de esta crisis es que, a pesar de ser una crisis financiera, es una crisis económica: marca un hito en la transformación de la economía global, un cambio de las ventajas comparativas'', dijo. ``Para prosperar, Latinoamérica debe elevar su nivel de capacitación, su tecnología, para ser más competitiva en la economía global".
¿Por qué?, le pregunté. Porque el pastel de la economía mundial se ha reducido como consecuencia de la crisis, y habrá mayor competencia entre los países en desarrollo para vender sus productos a los mercados más ricos, afirmó.
``El pastel se ha achicado, y la gente está compitiendo ferozmente por cuotas de mercado'', dijo. ``Ahora estamos pasando de una economía de manufacturas a una economía de servicios, y esta crisis puede ser un parteaguas. Y eso significa que los países deben prepararse más para la globalización, y que deben tener las capacidades necesarias para competir en el mercado global''.
Refiriéndose a México, afirmó que muchos de sus problemas ``se originan por no haber invertido lo suficiente en educación, en infraestructura''. Y agregó: ``China no tiene un acuerdo de libre comercio con Estados Unidos, pero concentró toda su energía en invertir en educación, tecnología, infraestructura, y consiguió superar ampliamente la desventaja de no tener libre acceso al mercado estadounidense''.
Mi opinión: Tras la entrevista, me quedé con la impresión de que Chávez, Kirchner y otros presidentes populistas sacan de contexto a Stiglitz cuando lo pintan como un paladín de la antiglobalización. A juzgar por lo que Stiglitz me dijo, no es nada de eso.
Sabe que la pobreza del mundo se redujo de 40 a 19 por ciento de la población del planeta en el transcurso de las últimas dos décadas, desde que China, India y otros países se insertaron en la economía global. Ojalá que Stiglitz enfatice más este último punto cuando hable ante sus admiradores globafóbicos: posiblemente el premio Nobel de por sentado que ellos también lo saben, pero en muchos casos no es así.
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