Se tardó 38 días, pero el Presidente pasó de las palabras a los hechos. Va en serio en aquello que anunció el 2 de septiembre de que piensa hacer los cambios de fondo que el país necesita. Ya comenzó con uno en el que no necesitaba la aprobación del Congreso: la liquidación de Luz y Fuerza del Centro.
Esta decisión se encontraba en el ámbito exclusivo del Ejecutivo federal. Evidentemente la fue preparando. Primero, presentó en su iniciativa de presupuesto de 2010 una partida menor a la que necesitaba la empresa para cubrir su déficit. Y como dicho déficit se debe en gran parte a las prebendas que reciben los trabajadores sindicalizados que operan la compañía, pues esto irritó al Sindicato Mexicano de Electricistas (SME). Su líder, Martín Esparza, prometió movilizaciones para evitar la reducción presupuestal.
Pero el gremio sindical se encontraba dividido. Esparza se había enfrentado a Alejandro Muñoz, el tesorero del SME, en la elección para dirigir al sindicato. Todo indica que hubo irregularidades. Se dice que hubo más votos que electores y que votaron agremiados fallecidos. Esparza ganó por un margen de 352 votos, una diferencia de menos de uno por ciento. Muñoz se inconformó. La Secretaría del Trabajo decidió no entregar la toma de nota a Esparza al aducir irregularidades. Ello incrementó la ira de Esparza quien tuvo una postura dubitativa. Por un lado, se resistía a caer en la provocación del gobierno a radicalizarse pero, por el otro, hablaba de emplazar a la empresa a huelga.
El conflicto sindical sirvió para poner el tema de Luz y Fuerza como el principal asunto en los noticieros. Gracias a ello, la opinión pública conoció de la ineficiencia y la corrupción de una empresa controlada por su sindicato. Un servicio eléctrico malísimo con precios altísimos que ni siquiera alcanzaban para cubrir los gastos. De esta forma, los contribuyentes de todo el país tenían que pagar 40 mil millones de pesos al año para subsidiar las prebendas de un sindicato con un contrato leonino. En medio de este debate, Esparza cometió un error. Inauguró un nuevo gimnasio del SME que había costado más de cien millones de pesos. La cancha era de la calidad de las que usan los equipos profesionales de basquetbol en Estados Unidos. Mientras el país padece una profunda crisis económica, el SME enseñaba sus excesos con cargo a los contribuyentes de todo México.
Pocos fueron los que salieron a la defensa del SME. Los usuarios, las verdaderas víctimas de la ineficiencia de Luz y Fuerza, por supuesto que no. A los medios llegaron montones de quejas que daban cuenta del mal servicio y la corrupción. Sólo los partidos de izquierda, sobre todo sus miembros más radicales, defendieron al SME debido a la alianza política que tenían. También otros sindicatos se solidarizaron, quizá por aquello de que “cuando las barbas de tu vecino veas cortar pon las tuyas a remojar”.
El gobierno se encargó de poner en la agenda el tema de Luz y Fuerza. El ambiente era inmejorable para liquidar a la empresa. Pero muchos nos preguntábamos si se atreverían. Y es que, en el pasado, el gobierno calderonista prometía mucho pero luego se echaba para atrás y entregaba resultados magros. No obstante, el 2 de septiembre el Presidente había ofrecido cambios de fondo. Más allá del discurso, tenía que demostrarlo. El sábado lo hizo. Se atrevió a lo que ningún otro Presidente se había atrevido desde los años ochenta: enfrentarse a uno de los sindicatos más poderosos y radicales de México liquidando la empresa pública más ineficaz de todas.
Ahora el servicio que daba Luz y Fuerza lo proveerá la que quizá sea la empresa pública más eficaz del país: la Comisión Federal de Electricidad. Se trata de una excelente noticia para todos los usuarios del centro de la República.
Imagino, también, que todos los beneficiarios del statu quo en México han de estar preocupados. El Presidente que prometió cambios de fondo está cumpliendo. Enhorabuena. Ya era tiempo.
El conflicto sindical sirvió para poner el tema de Luz y Fuerza como el principal asunto en los noticieros. Gracias a ello, la opinión pública conoció de la ineficiencia y la corrupción de una empresa controlada por su sindicato.
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