Analista político y economista
La crisis de credibilidad de los políticos mexicanos crece cada día y por más que se piense que ya llegó al fondo, el enlodamiento en que han caído parece ser de nunca acabar.
Existen varios ejemplos claros de lo que está ocurriendo, y si en verdad este país quiere ser de primer mundo las cosas deberán cambiar de raíz. Uno de los primeros temas que está a la vista de todos es el transfuguismo o saltimbanquismo que se está dando en la política mexicana. De una tarde para otra los políticos cambian de partido como si se tratara de cambiar la camisa. A lo mejor así es como piensan sobre sus organizaciones partidistas, sin importar que a veces el cambio sea supuestamente drástico, porque la realidad desmiente a diario que en nuestro país los partidos políticos tengan un programa ideológico definido, más allá de declaraciones sin mayor contenido.
Hoy en todos los partidos vemos que varios de sus miembros, e incluso de sus dirigentes, vienen de otros partidos; que de repente sus candidatos a puestos populares aparecen proviniendo de otro partido que, en la mayoría de los casos, no los designó como candidatos. Lo importante para estos tránsfugas es estar presentes sin importar bajo qué bandera. Hoy, para ellos los principios no cuentan, cuentan las chambas. Esta es su divisa y ante ella se pliegan.
Claro que el asunto del "cambio de camiseta" no sólo ocurre en México, sino en otros países, como España, donde ha sido también recurrente, por lo que han propuesto al Parlamento una ley para evitar este asunto, que debería ser considerado grave, pero ya la gente lo toma como si fuera algo común ante la cantidad de políticos que lo hacen. Así, nos encontramos con que los ciudadanos de pronto tienen a un candidato de un partido que gana y que al día siguiente dice que va a hacer cosas diferentes de las que ofreció el partido por el cual fue nominado. Y todavía quieren que los ciudadanos mantengan la confianza hacia estos personajes que hacen de la política un cochinero.
Otro ejemplo es la lucha interna de los partidos por el control del aparato y que ahora, con la modernidad, utilizan todos los medios electrónicos para ganar las contiendas, donde una vez más las críticas personales, la descalificación y el denuesto es lo que se privilegia en dichas contiendas, como lo estamos viendo. Incluso mencionan la falta de ética que está ocurriendo en algunos de estos partidos, pero los dirigentes ni se inmutan. No se dan cuentan, o si se dan no les importa, lo que piensa la gente de su actuación pública.
Otro ejemplo más de la pobreza ética e intelectual de algunos políticos de nuevo cuño se demuestra con algunas de las designaciones del nuevo gobierno, que si bien tiene muchos doctorados también tiene algunas personas que no deberían estar en la administración pública.
Es el caso del director jurídico de la Secretaría de Salud, Bernardo Emilio Fernández del Castillo, abogado no sólo del cardenal Norberto Rivera Carrera, sino también del señor Miguel Serrano Limón, acusado en el sexenio pasado por esa misma secretaría de desvío de fondos, y ahora resulta que con la mayor desfachatez se le puso del otro lado, así sin más. Se trata de una persona que de inicio debería estar impedido para ser funcionario público, por el claro conflicto de intereses que representa.
Aunque en el tema del conflicto de intereses ya estamos viendo también de qué madera están hechos los actuales legisladores. Habían propuesto una ley que les impidiera tajantemente atender negocios privados y asuntos públicos a la vez. Ahora están reculando y haciéndola más flexible, con afirmaciones tan increíbles por ridículas, como la del ex gobernador panista de Aguascalientes, ahora senador, que manifestó que tal y como estaba la ley era una violación a los derechos humanos de los legisladores, lo cual demuestra el alto nivel de educación política que tienen algunos de los legisladores federales de este partido.
No se trata de violar sus derechos humanos. De lo que se trata es que quienes quieran, porque no es obligatorio, ser servidores públicos en cualquiera de sus estamentos tienen que ser muy claros y separarse de sus negocios particulares. Si no están dispuestos a hacerlo y sienten que con estas limitaciones se violan sus derechos, pues que nomás no entren y asunto resuelto. Lo que no se vale es lo que ya hemos visto, sobre todo con legisladores del PAN y del PRI que han utilizado sus puestos públicos para obtener ventajas y dinero con el manejo de asuntos en los cuales tenían intervención a través de sus despachos o relaciones, por no decir "palancas".
La nueva propuesta que ahora plantean los panistas es que sólo se excusen de participar en la discusión o votación de un asunto que los pueda beneficiar directamente. Además de esto, lo más importante es que a la vez que legislan, pagados con uno de los mejores sueldos y prestaciones que otorga el Estado mexicano, no sigan litigando o "facilitando" asuntos para particulares en la Administración Pública federal, cobrando por ello. Recordemos que tener dos amos al mismo tiempo es muy peligroso, y más en este caso. En síntesis, se les sigue dejando manos libres para atender sus negocios privados y utilizar el cargo público para beneficiarse de él.
Por último, tenemos lo que actualmente está ocurriendo en el Instituto Federal Electoral, donde los actuales consejeros han sido criticados por parte de la opinión pública e incluso por los partidos políticos, que no los consideran capaces de hacer frente a las tareas encomendadas. Pero ellos, por lo visto, siguen también la política de algunos gobernadores que pese a las denuncias en contra y a la oposición de sus gobernados, siguen tan campantes.
Lo que se ve con estos ejemplos y otros muchos que podríamos comentar, es que hoy una parte importante de los políticos y los funcionarios públicos tienen un amplio desprecio por la política en su sentido más amplio y, lo que es peor, le tienen un profundo desprecio a los ciudadanos, pues a pesar de las críticas y recomendaciones siguen haciendo lo que les da la gana. Pobre de nuestro país, con estos personajes difícilmente podrá salir adelante y caeremos en más corrupción y abstención de los ciudadanos en los asuntos políticos, lo cual es muy grave.
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