En palabras de Manuel Gómez Morín, el pan nació para ‘crear ciudadanía’, para formar ‘conciencia cívica’. Hoy su realidad parece distante de aquellos postulados.
Durante buena parte del siglo xx, el partido de la revolución institucionalizada monopolizó el acceso al poder. Más allá de ideologías o programas, muchos militaron (y militan) en el pri por mera conveniencia. Un espacio alternativo nació en las postrimerías del cardenismo, el 16 de septiembre de 1939, con el objetivo de convertirse en la ‘conciencia democrática del país’ se fundó el Partido Acción Nacional.
Durante décadas, el pan participó en la ‘cosa pública’ más en términos simbólicos que reales, era ‘la oposición leal’, un ejército de demócratas, católicos, empresarios e intelectuales, que alentaban una cultura política, cívica y democrática. Más que una fuerza política orientada a conseguir votos, su espacio parecía reducirse a promover su doctrina y crear una militancia, por eso durante años experimentó luchas infructuosas y derrotas al por mayor. No sin ironía Adolfo Ruiz Cortines los llamó: ‘místicos del voto’.
La ‘liberalización’ del régimen y el arribo de ‘neopanistas’ y ‘bárbaros del norte’ (una camada de empresarios que disparó la expropiación bancaria de 1982) le dio una verdadera vocación de poder a la más vieja oposición… Pero el ejercicio del gobierno deterioró la mística de sus fundadores.
Les hizo justicia la alternancia
Con la promesa del ‘cambio’ en 2000 llegó la alternancia por la derecha y el fin del partido de Estado. Pero desde los primeros días del gobierno de Fox los desvaríos panistas sacudieron a la opinión pública: corrupción, nepotismo, despilfarro, frivolidad… Ejemplos sobran: 1) los hipersueldos de alcaldes en municipios del Estado de México, el más obsceno: Agustín Hernández Pastrana, de Ecatepec, quien se adjudicó un salario mensual de 420,000 pesos. No fue el único, otros ediles y gobernadores como Ignacio Loyola, de Querétaro, se despacharon con la cuchara grande; 2) en el Congreso del Estado de México, la falta de escrúpulos panistas se mostró cuando Isidro Pastor, operador del gobernador Arturo Montiel, compró a un grupo de diputados blanquiazules para quitarles la mayoría; 3) el asesinato de la regidora María de los Ángeles Tamés, quien en agosto de 2001 denunció la corrupción en Atizapán, el acusado fue su correligionario, el edil Juan Antonio Domínguez, quien cuatro años después fue absuelto; 4) la frivolidad y los excesos de muchos de sus gobernantes; entre ellos el que lo fuera en Morelos, Sergio Estrada Cajigal, asiduo a las páginas de sociales y a aventuras en ‘el helicóptero del amor’, y 5) la vista gorda de jefes delegacionales como Fadlala Akabini en Benito Juárez y Fernando Aboitiz en Miguel Hidalgo, quienes permitieron la proliferación de antros y edificios fuera de la norma en sus jurisdicciones.
Las tensiones actuales
Hoy, a lo largo del país se exhiben los desarreglos en el pan: en Aguascalientes, el gobernador Armando Reynoso Femat fue denostado por el comité directivo estatal por su desacuerdo con la decisión de endeudar a la entidad por 2,000 mdp. En Yucatán, la insatisfacción con el proceso interno llevó a Ana Rosa Payán a renunciar a una militancia de 23 años e ir por una ‘candidatura ciudadana’ (opción posible en la legislación estatal). En Guerrero, recientemente fue asesinado el diputado local Jorge Bajos Valverde, el presunto autor intelectual es Manuel González, esposo de Jacqueline Orta, diputada suplente del asesinado. En estos días se habla también del nepotismo del actual gobernador de Morelos y líder de ‘La sagrada familia’, Marco Antonio Adame.
Además, el presidente Calderón se topa con un pan ‘infiltrado’ por El Yunque en puestos clave, que en los hechos significa el ‘asalto al partido’ por una derecha radical. Para no ir lejos, el dirigente nacional Manuel Espino designó a Carlos Abascal como Secretario General Adjunto, Luis Ernesto Derbez como secretario de Relaciones Internacionales y Francisco Javier Salazar, de Acción de Gobierno.
El panismo realmente existente sufre tensiones y enfermedades propias del poder. ¿La doctrina y los valores que enseñaron los fundadores sucumbieron ante la mezcla de pragmatismo y falta de escrúpulos?
El autor es politólogo y director de Grupo Consultor Interdisciplinario.
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