6 de marzo de 2007

Falso nacionalismo

Javier Corral Jurado

No es de ahora que los monopolios, públicos o privados, políticos o económicos, se justifiquen enredándose en la bandera nacional, escudándose en la seguridad nacional, parapetándose en la identidad nacional. Sólo ellos pueden y deben controlar el mercado o el Estado, protegerlo de amenazas del exterior y peligros de adentro. Así, tratan de convertir en virtud nacionalista sus enormes concentraciones de poder y dinero. La educación se desnacionaliza si se transparentan los recursos asignados al SNTE; la democracia puede caer en manos del narcotráfico si se le arranca a los partidos el monopolio de la postulación de candidatos.

En telecomunicaciones el monopolio se ufana de que "todo México es territorio Telcel", y nos protege de las voraces compañías extranjeras con tarifas telefónicas de las más caras del mundo. El duopolio televisivo nos salvaguarda de los contenidos extranjerizantes poniendo a nuestros nacionales a imitarlos. Recordemos cómo en materia política el PRI no sólo se apropió de los colores de nuestro lábaro, sino que llegó a justificar el fraude electoral como acto patriótico, para evitar que "el PAN anexara el país a EU". Detrás de esas banderas nacionalistas en realidad hay una profunda resistencia a cualquier competencia, nacional o trasnacional.

De las últimas expresiones nacionalistas que han tenido lugar en el resurgimiento del sentimiento mexicanista de la convivencia, la de la Cámara de la Radiodifusión no tiene desperdicio, es de antonomasia.

En carta dirigida al presidente Calderón con fecha 28 de febrero, la CIRT se queja de las declaraciones del subsecretario de Comunicaciones, Rafael Del Villar, en el sentido de abrir la inversión extranjera en radio y televisión. Aunque es falso que el subsecretario propusiera "abrir al 100%", la misiva expresa que "sus comentarios han impactado negativamente en el ánimo de los radiodifusores y, lo que es aún más grave, sus palabras abisman el proyecto de nación que usted nos ha planteado a los mexicanos".

Del Villar expresó la semana pasada: "Es necesario que a la brevedad posible se analice si se debe abrir la industria de la radio y la tv a la inversión extranjera, por lo que si se concluye que es conveniente modificar la ley que actualmente reserva esta actividad a empresarios nacionales, el gobierno propondrá que se avance en esa materia" (EL UNIVERSAL, 27 de febrero, página 8).

Propuso una discusión sobre un tema que merece ser debatido con toda franqueza en el país, de cara a la realidad que nos circunda. Pero los concesionarios de la radio y la tv, que se encuentran "sorprendidos y tratando de entender lo expresado por del Villar", no quieren debate alguno. Sabedores de que es una decisión que no está en manos del subsecretario, sino del Congreso, en realidad lo que quieren es mantenerlo callado.

Si en México se abriera esa discusión se pondría sobre la mesa uno de los más falsos nacionalismos: no sólo las constantes violaciones a la ley en materia de programación televisiva, la absoluta falta de solidaridad y apoyo a la producción nacional independiente -claramente a la cinematografía-, sino los mecanismos de enorme simulación financiera extranjera con los que opera esta industria nacional, y si se llegara a la conclusión de aceptar inversión directa sólo hasta 25% como criterio de reciprocidad con otros países que así lo tienen, algo así como 13 empresas mediáticas tendrían que renunciar a cuantiosos recursos internacionales que ahora usan mediante la figura de la inversión neutra, y que por medio de la piramidación de los holdings llega a niveles de 80% y hasta 90% del capital total.

No sólo eso: en México más de una empresa extranjera administra y opera directamente empresas de radiodifusión. No todas son malas experiencias de injerencismo e intromisión indebida. ¿Qué sería del actual manejo de la WRadio, sobre todo con la presencia excepcional de Carmen Aristegui, si los españoles no administraran directamente Radiopolis (Televisa Radio), mediante su 50% de inversión "neutra"?

Por ello, resulta grotesco que nuevamente el sector radio le haga el caldo gordo a Televisa con una carta así, siendo que es una de las empresas que menos autoridad tiene en el tema. ¿Ya se les olvidó a los radiodifusores lo que el anterior secretario de la SCT le comunicó al presidente Fox sobre la ley Televisa? Que "con la reforma se abre la posibilidad a la inversión extranjera hasta el 100%, cuando la tecnología evolucione y existan servicios móviles en estas bandas" (las de radiodifusión).

Es claro que la declaración de Del Villar ha dado pie para volver a presionar al gobierno y colocar un espantapájaros sobre el tema de la tercera cadena de televisión, de la que por cierto General Electric ha dicho no quitará el dedo del renglón. Por lo demás, Luis Téllez ha salido a aclarar y pedir disculpas por tan grande ofensa. El ex representante de Carlyle en México, dedicado los últimos seis años a traer capitales extranjeros al país, ya regañó a Del Villar por tan torpe idea. La nación está a salvo.

Profesor de la FCPyS de la UNAM

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