23 de marzo de 2007

TV iberoamericana: hacia la concentración

Daniel E. Jones

Profesor titular en la Facultad de Comunicación Blanquerna (Universidad Ramon Llull) e investigador en el Institut de la Comunicació (Universidad Autónoma de Barcelona).

Iberoamárica constituye un área social, política, económica y culturalmente variada y compleja, compuesta por unidades territoriales y humanas tambián diversas en ambos lados del Atlántico. Por ello, cualquier intento de generalización resulta muchas veces de una enorme arbitrariedad, pues Iberoamárica existe más como proyecto que como realidad, y las enormes diferencias de todo orden que separan a unos países de otros (y a unas clases sociales de otras) han dificultado desde antiguo cualquier intento unificador.

Paralelamente, el área iberoamericana convive con otros ámbitos o espacios de carácter político, económico, cultural y comunicativo que se le superponen y que tienen tanta o mayor fuerza integradora, por ejemplo el panamericano (representado por la Organización de Estados Americanos [OEA]) y el paneuropeo (representado por la Unión Europea [UE]), o bien por marcos regionales como el noratlántico (el de la OTAN), y otros de menor dimensión co-mo el Mercosur, la Comunidad Andina, o el Tratado de Libre Comercio de Amárica del Norte (TLCAN). Además, desde la perspectiva política, Iberoamárica sólo cuenta con las cumbres de jefes de Estado y de Gobierno que se celebran anualmente desde 1991, que han puesto en marcha una Secretaría de Cooperación Iberoamericana permanente, con sede en Madrid.

De todas maneras, por una serie de características comunes que diferencian en mayor o menor medida a sus componentes nacionales de los de otras regiones del planeta, ha existido desde el siglo XIX un cierto interás por realizar estudios científicos ­desde cualquier perspectiva o disciplina­ que contemplaran Iberoamárica (antes, Hispanoamárica) en su globalidad. Como no podía ser menos, tambián ha ocurrido lo propio con los investigadores que han analizado el fenómeno televisivo desde diferentes perspectivas acadámicas.

Por tanto, intentar una aproximación panorámica a la televisión en el área iberoamericana en la actualidad no resulta una labor fácil. Esto es debido no sólo a que se trata de un ámbito o espacio comunicativo y cultural muy extenso, variado y con grandes desequilibrios internos, sino tambián a la dificultad de encontrar fuentes fiables, sistemáticas, homogáneas, completas y accesibles sobre los diferentes mercados, industrias y actores que componen su entramado mediático.

Es cierto que el área comunicativa y cultural iberoamericana es, en definitiva, una entelequia, y no está cubierta por ningún medio de comunicación propio en su totalidad. Sobre todo, han existido tímidos intentos por cubrir el ámbito o espacio hispanoamericano: desde España (a travás de la Agencia Efe, el diario El País, la revista femenina ¡Hola! y los canales vía satálite de TVE), desde Cuba (a travás de la agencia Prensa Latina), desde Máxico (a travás del fracasado Servicio Eco de Noticias, de Televisa) y más recientemente desde Venezuela (a travás del canal de noticias vía satálite Telesur).1

A pesar de estas dificultades, parece necesario que se pueda disponer de textos que presenten, aunque sea de manera panorámica, la estructura de la televisión en Iberoamárica en la actualidad, tanto para que se pueda divulgar puertas adentro como puertas afuera de esta comunidad de naciones. Por Iberoamárica se entiende, por tanto, el área que conforman la península ibárica, Brasil y los 18 Estados soberanos de habla española pertenecientes al continente americano. Se ha incluido tambián Puerto Rico ­con estatus de "Estado libre asociado" a Estados Unidos­, y los aproximadamente 40 millones de "hispanos" o "latinos" que viven en este último país. Aunque la información sobre ástos es parcial debido a la dificultad para acceder a fuentes que permitan estudiarlos desde el punto de vista mediático como un ente autónomo y diferenciado dentro de Estados Unidos.

A partir de unas cuantas fuentes internacionales accesibles y de mayor fiabilidad ­Banco Mundial, Unesco­; de varias revistas anglosajonas de prestigio en el campo profesional ­Screen Digest, Fortune­; de algunos anuarios consolidados ­Unesco, El País, Agencia Efe, McCann-Erickson Latin America/Caribbean­, y de ciertos estudios monográficos recientes, se ha podido reconstruir el mapa actual de la televisión iberoamericana que se expone aquí, es decir de la industria televisiva y de los grupos empresariales más importantes e influyentes en este sector, con lo que se completa una visión de carácter general sobre mercados, actores y estrategias.

El sistema mediático en Iberoamérica

Ciertamente, las industrias mediáticas iberoamericanas ­con la excepción de las españolas­ no resisten una comparación con las noratlánticas o las japonesas, aunque, dado su nivel de desarrollo en relación con otras regiones del orbe, las empresas y grupos emisores son relativamente importantes. Pero, dentro del área, el papel de los medios es altamente desigual, dependiendo del potencial económico, el progreso tecnológico y la magnitud demográfica de cada país en particular.

En términos de dimensión, los medios brasileños, mexicanos, españoles y argentinos son, con mucho, los más potentes del área, concentrando conjuntamente dos tercios del total de la prensa, y de las emisoras de radio y televisión. Paralelamente, tres factores han caracterizado, aunque de manera desigual, al sistema mediático iberoamericano a lo largo de su historia: el dominio de la oligarquía; la penetración de capitales estadounidenses y europeos, y el protagonismo de las diferentes iglesias. Puede verse cada unos de estos aspectos por separado:

a) Los medios han estado en manos de familias ricas tradicionales, con su propiedad vista como una extensión de su influencia política y social o de sus intereses económicos en la banca, la industria o la agricultura. Sin embargo, estos lazos oligárquicos se han debilitado considerablemente desde 1945, especialmente en los países más grandes y en los sectores audiovisuales, cuando han entrado capitalistas de nuevo cuño.

b) En segundo lugar, hay una gran penetración mediática de Estados Unidos, particularmente en el suministro de noticias y producción audiovisual de ficción (películas, teleseries). Aparte del papel dominante desempeñado por las agencias internacionales (dos de ellas estadounidenses: Associated Press y United Press International), el gobierno de Estados Unidos canaliza noticias a los medios de la región a travás de la United States Information Agency (USIA). El capital financiero, la industria, la tecnología y las producciones culturales estadounidenses controlan el corazón mismo del sistema mediático latinoamericano, pues son hegemónicos entre los grandes anunciantes, las principales agencias publicitarias y, cada vez más, los propios medios de comunicación hegemónicos. En efecto, la penetración mediática estadounidense y europea en Amárica Latina y en la península ibárica ha entrado ya en una nueva fase, a travás de formas directas de actuación, sobre todo en la prensa diaria (especialmente la gratuita), en las revistas (de consumo y tácnicas), en las emisoras radiofónicas y en la televisión vía satálite.

c) En tercer lugar, las iglesias, especialmente la católica y las evangálicas, desempeñan tambián un importante papel. Estas confesiones tienen unos respetables antecedentes en la defensa del derecho a la libertad de expresión (particularmente en América Latina), promueven el acceso de la comunidad a los medios y, en algunos casos, incluso dirigen medios nacionales, aunque cada vez les resulta más difícil competir con los grupos multimedios comerciales.

La región iberoamericana suele estar por debajo de la media mundial en todo tipo de indicadores de carácter sociográfico. Ciertamente, tiene dos países que han alcanzado un nivel de desarrollo aceptable ­España y Portugal, que se sitúan entre los más débiles de la Unión Europea­ pero los demás se encuentran claramente entre los países en vías de desarrollo, aunque tres de ástos tienen un mercado más grande y un grado de equipamiento generalmente superior al resto: Brasil, Máxico y Argentina.

Por tanto, las distintas industrias culturales y comunicativas contemporáneas tienen un nivel de implantación desigual en el área. Cuentan con unas raíces y una trayectoria autónoma, pues pertenecen a ápocas diferentes, y corresponden a ramas industriales que tienen algunos elementos comunes, aunque todas ellas se dedican a la producción y distribución de bienes culturales (prensa y libro, cine y video, televisión por cable y por satálite, disco compacto musical y multimedios, telecomunicaciones e Internet). De todas maneras, en los últimos años se está produciendo una creciente integración tecnológica y empresarial (generalmente a cargo de grandes grupos multimedios transnacionales, intra o extra iberoamericanos) y tambián una mayor penetración de los productos a travás de su venta conjunta en grandes superficies comerciales, en tiendas multimedios y, cada vez más, a travás de Internet.

Estas diferentes industrias, asimismo, tienen una importancia económica, social y cultural distinta en el área iberoamericana a comienzos del siglo XXI. A continuación se explica brevemente la situación de la industria televisiva en relación con las tecnologías de la información y la comunicación (TIC), comparándola con otras grandes áreas del planeta.

Televisión hertziana, cable y satálite

En las últimas tres dácadas la televisión iberoamericana se ha erigido como el medio hegemónico particularmente en las grandes áreas urbanas de los países más desarrollados. La gran transformación de la comunicación pública se produjo, precisamente, con la expansión de la televisión, y ásta llegó tempranamente a los países iberoamericanos: en 1949, es decir ocho años despuás del nacimiento de la NBC en Nueva York, apareció el Canal 6 de la Televisión Cubana; al año siguiente nació la TVS Canal 4 de São Paulo y el Canal 4 de la ciudad de México; en 1951 apareció LS82 TV Canal 7 de Buenos Aires; en 1952 la Radio TV Dominicana y la Televisora Nacional de Caracas; en 1954 la Cadena Uno de Bogotá y el primer canal de San Juan de Puerto Rico; en 1956 la Televisión Española en Madrid, y en 1957 la Radiotelevisão Portuguesa en Lisboa. Las emisoras más tardías fueron TV Cerro Corá Canal 9, de Asunción (Paraguay), y la Empresa Nacional de TV Canal 7, de La Paz (Bolivia).

Asimismo, la televisión en color apareció con bastante prontitud en estos países. El sistema NTSC había nacido en Estados Unidos en 1953 y ya en 1959 se había implantado en Cuba, en 1966 en Puerto Rico, en 1968 en Máxico y en 1969 en la República Dominicana. Pero hubo países en los que se adoptó el sistema alemán PAL (nacido en 1967): en Brasil en 1972, en España en 1975, en Argenti-na en 1978 y en Uruguay en 1981.

Entre 1960 y 1992, la tasa de receptores de televisión por mil habitantes pasó de 15 a 186, según la Unesco (1963-), mientras que las emisoras se acercaban ya al medio millar. El crecimiento ha sido imparable hasta la actualidad, con una tasa de 314 televisores por cada mil habitantes y 655 canales en toda el área en 2005 (Agencia Efe, 2006). La mayoría de canales son tambián de propiedad privada: de los 491 canales censados en 1990, 70% eran privados, 20% públicos, 1% de la Iglesia católica y 9% de otros tipos de propiedad.

Asimismo, la televisión iberoamericana está atravesando en los últimos años un proceso de importantes cambios de orden tecnológico, económico, político y de contenidos como probablemente no haya vivido nunca en etapas anteriores. A uno y a otro lado del Atlántico están apareciendo realidades nuevas producto de la desregulación administrativa (la ruptura del monopolio público en España y en Portugal), la aparición de nuevos canales internacionales, temáticos, regionales y locales, la competencia del video domástico, la implantación acelerada del cable y de la televisión de pago (especialmente en Argentina, Uruguay y España2), la consolidación creciente de la televisión directa por satálite y, más recientemente, las plataformas de televisión digital por satálite. Por su parte, los grandes grupos empresariales de la comunicación oriundos del área iberoamericana, además de los estadounidenses de cobertura global, con intereses crecientes en la región (emisión directa por satálite), están modificando en la actualidad el panorama televisivo.

Este comienzo de siglo se caracteriza por el nacimiento de alianzas empresariales internacionales de carácter estratágico,3 la implantación de nuevas tecnologías cada vez más sofisticadas (la migración analógica a la digital), la creciente integración entre televisor, ordenador personal y teláfono móvil, la creación de mercados especializados (sectoriales, regionales, locales), la aparición de nuevos usos sociales del medio, la ruptura de todo tipo de monopolios, la crisis de las inversiones publicitarias debido a la multiplicación y diversificación de la oferta,4 la aparición de la televisión de pago y la necesidad de nuevas producciones originales para atender a una demanda cada vez más fraccionada y diversificada.

Todo este agitado panorama se desenvuelve en medio de un capitalismo agresivo y omnipresente, con el consiguiente abandono de antiguas políticas de comunicación que intentaban regular los mercados nacionales (en plena crisis de los servicios públicos), con la desaparición de todo tipo de fronteras (ideológicas, políticas, geográficas, lingüísticas) y con una aceleración de las transformaciones tecnológicas imprevisible a medio plazo.

Indudablemente, el parque de televisores5 más importante del área es el brasileño, con aproximadamente 60.7 millones de aparatos en 2005, seguido del mexicano (28 millones) y el español (24 millones), sin contar con el parque de los "latinos" en Estados Unidos.

Sin embargo, con las tasas de posesión más altas en 2005 figuraban Chile, con 645 televisores por cada mil habitantes, seguido de Portugal, con 599, y España, con 544; en el extremo opuesto aparecían Nicaragua, con 64 televisores, y Guatemala, con 53. Ese mismo año, Estados Unidos tenía una tasa de mil 63 televisores por cada mil habitantes (Agencia Efe, 2006). España está en un gran proceso de renovación de su parque de televisores, y a fina-les de 2006 unos seis millones de personas veían ya en sus casas la emisión de la Televisión Digital Terrestre (TDT), según un cálculo del Ministerio de Fomento (El País, 25 de noviembre de 2006).

Por lo que respecta a la televisión por cable, Iberoamárica supone aproximadamente 6% del total mundial (equivalente sólo al parque japonás), a gran distancia de Estados Unidos, con 26%, o de Alemania, con 7%. De todas maneras, existe un país iberoamericano que destaca claramente del resto y es Argentina, con unos seis millones de abonados a la televisión por cable (es decir más de la mitad de los hogares, especialmente en Buenos Aires), lo que supone 2% del total mundial y 40% de toda la región (liderados por el grupo argentino Clarín y por el estadounidense Citicorp). En Brasil han crecido tambián en los últimos años las redes de cable, sobre todo en las grandes áreas urbanas de São Paulo y Río de Janeiro (especialmente en manos de Globo Cabo), y en España existió desde finales de los años 90 un gran proyecto de implantación de segundos operadores de cable de fibra óptica en todo el país (que se debía sumar a la amplia red con la que ya contaba Telefónica), aunque ha quedado prácticamente paralizado por la implantación de la tecnología ADSL (cable de cobre).

La situación de la televisión por satálite es bien diferente, pues la tasa de penetración en América Latina (sobre todo en Brasil y Máxico), así como en la península ibárica, es bastante alta. En conjunto, Iberoamárica supone aproximadamente 12% del total mundial, es decir equivalente a la penetración en Estados Unidos o Japón, aunque muy inferior a la de Europa central y del norte (especialmente las de Alemania y Reino Unido).

Sin embargo, los canales vía satálite ­transmitidos directamente desde las plataformas de PanAmsat, Astra e Hispasat o a través de las redes locales de cable­ de más áxito en el área iberoamericana eran ya en 1994 los estadounidenses MTV ­en sus versiones Latino, Brasil y España­, con 13.4 millones de hogares; Discovery Channel, con cinco millones, y el deportivo ESPN, con 4.3 millones; otros importantes eran los infantiles TNT y Cartoon Network, y los noticiosos CNN y NBC (Advertising Age International, Chicago, 16 de enero de 1995). Una dácada más tarde, en 2002, el crecimiento era evidente, aunque no había variado mucho el panorama general: Discovery Channel, con 16.5 millones de hogares; ESPN, con 14.6 millones; Canal Fox, con 14.5 millones; USA, con 14 millones; Nikelodeon, con 13.9 millones, y Cartoon Network, con 13.8 millones de hogares (McCann-Erikson Latin American/Caribbean, 2004).

Asimismo, hay que destacar la aparición de las plataformas digitales por satálite a mediados de los años 90, tanto las españolas Canal Satálite Digital (liderada por Prisa y Canal Plus France) y Vía Digi-tal (Telefónica), como las latinoamericanas SkyNews Latin America (News Corporation) y DirecTV Latin America (Hughes Electronics y Cisneros), con una penetración creciente en los respectivos mercados. Más recientemente, en 2003, las dos plataformas españolas se han fusionado en una nueva llamada Digital Plus y controlada por Prisa, Canal Plus France y Telefónica (con 1.3 millones de abonados en 2005). Por su parte, en febrero de 2004 se unieron SkyNews y DirecTV en Amárica Latina (que acaparan conjuntamente 3.2 millones de suscriptores).

Hegemonía de los actores globales

Desde la Segunda Guerra Mundial, pero sobre todo en las últimas dos o tres dácadas, los grupos empresariales estadounidenses, europeos y japoneses más importantes han intentado operar en todas partes del mundo, o como mínimo en los mercados más rentables y más fácilmente "colonizables" ­los europeos y los latinoamericanos­, especialmente debido a la fragmentación política y económica de ástos. Por tanto, la penetración de empresas extranjeras en el campo de las industrias culturales y comunicativas (con tecnologías viejas o actuales) en Iberoamárica no es un fenómeno nuevo.

La liberalización económica que se aceleró desde los años 70, culminó entre otras cosas con la entrada de España y Portugal en la Unión Europea en 1986 y con la aparición de macro-mercados regionales en Amárica, como el TLCAN y el Mercosur, entre otros. Esto provocó la consiguiente penetración de las grandes empresas europeas en el negocio de la cultura y la comunicación en la península ibárica, como puente hacia Amárica Latina, un auge de los grandes grupos estadounidenses y la aparición en los 90 de empresas transnacionales nuevas: las españolas.

Desde entonces, la transnacionalización de los mercados iberoamericanos ha sido imparable, pues muchos de los grandes grupos extranjeros han ido absorbiendo gradualmente empresas nacionales en estos sectores como en otros de la economía. Una parte importante de la burguesía autóctona, particularmente la de las grandes concentraciones urbanas e industriales, parece que hubiera optado por vender sus empresas (sobre todo de la incipiente industria electrónica, editorial, fonográfica, televisiva, periodística y publicitaria) para dedicarse a actividades financieras más rentables a corto plazo.

De esta manera, el control de las gigantescas corporaciones transnacionales sobre los mecanismos de la producción y la comercialización de contenidos simbólicos en los mercados iberoamericanos es cada día más decisivo y exógeno y, consiguientemente, el margen de maniobra de las autoridades políticas, más dábil, pues la toma de decisiones se hace cada vez más en las capitales económicas y financieras globales. Un claro ejemplo de esto lo encontramos en los mercados iberoamericanos de la televisión, controlados por un grupo de grandes corporaciones transnacionales. Y su peso es muy fuerte porque actúan como lobby, tanto ante instancias supranacionales como la Unión Europea o el Mercosur, como ante los diferentes gobiernos del área, vigilando para que los poderes públicos no adopten ninguna medida que afecte a sus intereses estratágicos ni cuestione su hegemonía.

Verdaderamente, nos encontramos ante un colectivo organizado, con una capacidad de presión económica y política decisiva, además de una plataforma de expresión e influencia mediática que es la más colosal de toda la historia de la humanidad. Son las siguientes corporaciones globales: las estadounidenses Time Warner, Disney, Viacom/CBS, Universal (actualmente General Electric), TeleCommunications Inc. y Hugues Electronics, la japonesa Sony y la australiana News Corporation, a las que habría que sumar tambián la alemana Bertelsmann y las francesas Lagardère Group y Vivendi, entre las más significativas.

Estas corporaciones transnacionales gigantes están integradas verticalmente y diversificadas horizontalmente en las industrias de la cultura, la comunicación, el entretenimiento y otras múltiples actividades en diferentes sectores económicos como la electrónica de consumo, Internet, los satálites y los cables de telecomunicaciones o los parques temáticos. Su facturación es en algunos casos superior al PIB de algunos países iberoamericanos. En 2005, por ejemplo, los grupos Time Warner (con 43 mil 652 millones de dólares de facturación), Disney (con 31 mil 944 millones) y News Corporation (con 23 mil 859 millones) estuvieron por encima del PIB de la mayoría de países iberoamericanos, es decir Costa Rica, República Dominicana, El Salvador, Panamá, Uruguay, Bolivia, Honduras, Paraguay y Nicaragua (El País, 2006; Fortune, 2006a; 2006b).

Asimismo, estos grupos ejercen un papel clave en la orientación de la opinión pública iberoamericana (a travás de múltiples diarios, revistas, libros, portales de Internet y emisoras de radiotelevisión) y al intento de conformación de sus gustos musicales o audiovisuales (con discos, películas, programas de televisión o anuncios), pero tambián a la transmisión de valores áticos, estáticos, culturales y científicos. Son, precisamente, los paladines de la globalización (es decir, "americanización") del mundo frente a cualquier hecho diferencial (lingüístico, átnico, cultural, religioso), por su claro dominio no sólo económico, sino también ideológico, informático y simbólico. Además, la compra de Time Warner por parte de America Online en enero de 2000 significó un salto cuantitativo y cualitativo hacia una integración económica y tecnológica entre las industrias culturales tradicionales y los navegadores y portales de Internet que supone un hito histórico y el inicio de una nueva era dentro del ámbito de las TIC, a pesar de los enormes problemas internos surgidos con posterioridad.

Estrategias de los actores iberoamericanos

Pero tambián, a partir de la segunda mitad de los años 90 se ha producido la aparición de grupos transnacionales de origen español, con una proyección sobre todo iberoamericana, que se han sumado a los que ya existían del otro lado del Atlántico. Algunas de las razones que explican este renovado interás de España por esta macro-área vienen dadas por el papel de este país como miembro de la Unión Europea y el liderazgo (sobre todo de carácter cultural y económico, aunque tambián político) que pretende ejercer sobre un colectivo de más de 600 millones de personas hispano o luso-hablantes en un mundo cada vez más globalizado, homogeneizado e híbrido.

Despuás de haber pasado por etapas duras y momentos históricos ciertamente difíciles, España se encuentra en estos momentos de su historia en una situación de privilegio (desarrollo económico y tecnológico, estabilidad política y auge cultural, mediático y editorial) frente a otros países más dábiles en estos campos, incluso los más destacados, como Brasil, Máxico, Argentina y Portugal.

Aunque no se puede hablar propiamente de un intento de neocolonización formal, es cierto que los grandes grupos empresariales españoles se han expandido con gran fuerza hacia los mercados de Portugal y Amárica Latina en la última dácada, como es el caso de la banca (BSCH y BBVA), la hostelería (Marsans y Meliá), la energía (Repsol, Endesa y Gas Natural), las líneas aáreas (Iberia), las telecomunicaciones (Telefónica) y las industrias culturales y mediáticas (Prisa, Planeta, Zeta, Vocento y la misma Telefónica).

Por su parte, los grupos iberoamericanos más importantes son, además de cuatro de los españoles citados (Telefónica, Prisa + Sogecable, Planeta + Antena 3 TV y Vocento + Gestevisión Telecinco), el estadounidense Univisión, los mexicanos Televisa y TV Azteca, los brasileños Globo y Abril, el venezolano Cisneros y el argentino Clarín. Pero, con la excepción de Telefónica (que facturó 48 mil 833 millones de dólares en 2005, sobre todo debido a sus actividades en telefonía fija y móvil en España y en el resto del área iberoamericana), los otros grandes grupos tienen unas ventas anuales que oscilan entre los mil y los dos mil millones de dólares cada uno. En cierta medida, sólo los españoles Telefónica y Prisa están en una fase de gran expansión nacional, transnacional y multimedios, además de haber apostado claramente por las TIC, sobre todo a travás de la televisión digital y los portales Terra e Inicia (vendido por Prisa a Tiscali), respectivamente, que son visitados por millones de usuarios de Internet de toda el área iberoamericana.

El resto de grandes grupos está todavía demasiado centrado en actividades tradicionales: Planeta en el libro (aunque tambián en la prensa y el audiovisual); Zeta, Vocento y Abril en la prensa; Televisa y Clarín en la prensa y en la televisión abierta y de pago; Globo, Univisión y Cisneros en la televisión hertziana, por cable y satélite. Algo similar pasa con las empresas de telecomunicaciones: una gran parte de compañías telefónicas latinoamericanas han sido absorbidas por Telefónica y sólo persiste una grande todavía independiente (América Telecom, de México, con una facturación de 16 mil 719 millones de dólares en 2005 y accionista de referencia de Televisa).

Sin embargo, los grupos españoles, que ya son importantes en el área iberoamericana (compitiendo abiertamente con los líderes Globo, Cisneros, Clarín, Univisión y Televisa), parecen tener estrategias tanto o más ambiciosas y maduras que los otros grandes del área. Su interés se centra ahora sobre todo en Internet y en todas las posibilidades de acceso del público (a través del ordenador, del televisor o del teléfono móvil) y la puerta que se abre a la comercialización de todo tipo de bienes y servicios propios (en especial, contenidos audiovisuales, informativos o de entretenimiento), pero tambián como intermediarios financieros.

En definitiva, el gran abanico de posibilidades de las TIC trasciende con mucho el campo de la televisión tradicional y se adentra con fuerza en sectores nuevos, todavía imprevisibles y con grandes expectativas de lucro, en los que son precisos acuerdos estratégicos con otros tipos de actores económicos o tecnológicos ajenos al negocio audiovisual. Sin ir más lejos, es lo que llevó a Telefónica a establecer en febrero de 2000 una alianza global con el grupo español BBVA para poner en marcha la banca electrónica, como están intentando hacer las principales compañías financieras y de telecomunicaciones del mundo desarrollado, aunque el resultado hasta ahora no parece significativo.

Además, Telefónica cuenta con el portal Terra Networks, de gran penetración en España y que aspira al liderazgo en toda América Latina, en competencia con el tambián español Inicia (ahora de Tiscali), los estadounidenses StarMedia Network (de Fernando Espuelas y otros) y Yupi Incorporated (de la Sony), el brasileño Universo Online (de Abril y Folha da Manhá) y el mexicano T1-msn (de Telmex y Microsoft).

En este sentido, en mayo de 2000, después del fracaso de la fusión con la empresa de telecomunicaciones holandesa KPN, Telefónica invirtió 12 mil 500 millones de dólares en la adquisición del portal estadounidense Lycos, con lo que el nuevo Terra-Lycos pasó a ser el cuarto del mundo (con una presencia importante en EU, América Latina, Europa y Asia), aunque a una cierta distancia de America Online, Yahoo!, Microsoft y de Google, y con un desarrollo posterior irregular.

Algunas conclusiones

A lo largo de este texto se han ido explicando algunas de las principales características del sector televisivo iberoamericano, hoy afectado más que nunca por el desarrollo de las nuevas TIC. Por tanto, se pueden resumir aquí los rasgos fundamentales:

a) La televisión hertziana cuenta con grandes mercados como el brasileño, el mexicano, el español y el "latino" en Estados Unidos y, en general, está muy implantada en todas las áreas urbanas. Con la excepción de Argentina, Uruguay (y en un futuro Brasil y España), el cable no se ha extendido en IberoAmérica debido a su enorme costo y a las grandes áreas territoriales por cubrir. La televisión por satélite, más barata y de fácil acceso, aunque con gran dominio de las plataformas digitales estadounidenses. Paulatinamente, los diferentes países están reconvirtiendo la tecnología televisiva y se está produciendo la migración del sistema analógico al digital, aunque más lento de lo que desearían los poderes públicos y empresariales.

b) Los grandes actores empresariales globales (fundamentalmente estadounidenses, europeos y japoneses) tienen una presencia hegemónica en toda el área iberoamericana, con un control decisivo de todo tipo de soportes y contenidos televisivos.

c) En la última década se ha producido la aparición de grupos transnacionales de origen español. Tal es el caso paradigmático de Telefónica, que ha pasado a ser no sólo el principal operador telefónico de Iberoamérica, sino que compite abiertamente en toda el área con el grupo mexicano América Telecom y con los grupos mediáticos anteriormente asentados, como Globo, Televisa, Cisneros y Clarín, sobre todo en el terreno de las nuevas TIC.

Por otra parte, conviene recordar que la "nueva economía" hacia la que irremediablemente marcha el capitalismo mundial tendrá, sin duda, repercusiones fundamentales en la estructura empresarial de la comunicación y la cultura de masas. Si durante el siglo XX se asistió a la integración vertical y a la diversificación horizontal de los grandes grupos mediáticos, en el XXI estos mismos actores dejarán de ser autónomos para formar parte de corporaciones económicas y tecnológicas mucho más poderosas, y con intereses políticos y sociales que trascenderán con mucho los meramente comunicativos y culturales. La globalización parece imparable, lo que lleva a los actores más dinámicos de las zonas más desarrolladas a adquirir un protagonismo mayor, como está ocurriendo cada vez más con el sudeste asiático.

Asimismo, da la impresión de que los grupos "nacionales" tendrán cada vez más dificultades para mantener una independencia económica y tecnológica que los desborda por todas partes. Por tanto, en un área política, social, cultural y lingüística bastante homogánea como la iberoamericana, la tendencia natural será la consolidación de los medios y empresas que operan a escala macroregional. Sin embargo, los grandes desequilibrios económicos y sociales que existen entre unos países y otros (y entre unas regiones y otras dentro de los mismos países) hacen que, inevitablemente, se tienda a una mayor marginación de las zonas más deprimidas.

Aquellos países, regiones, ciudades, zonas rurales o clases sociales más débiles (y que son una amplia mayoría en IberoAmérica) quedarán cada vez más excluidos de las TIC. Cuanto más moderna, sofisticada y cara es la tecnología que se quiere implantar, más alejada queda de las grandes capas marginales de la población. Por ello, ahora más que nunca se hace necesaria la adopción de unas políticas "iberoamericanas" ­o como mínimo "latinoamericanas"­ de comunicación que si no corrijan, por lo menos frenen los grandes desequilibrios. Éstos son mucho mayores ahora que cuando las viejas políticas "nacionales" de comunicación se intentaron poner en práctica, sin éxito, en los años 70. Han pasado ya 30 años y las desigualdades y los problemas entonces denunciados no sólo persisten, sino que han aumentado de manera alarmante.

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1 Sin embargo, esta expansión no es nueva en el negocio editorial, porque ya desde comienzos del siglo XX se implantaron en América Latina empresas editoriales españolas, fenómeno que ha aumentado en las últimas décadas, sobre todo con los grupos Planeta y Prisa (su filial Santillana). Más recientemente, tambián se ha querido atender esta área a travás de algunos portales de Internet en lengua española y portuguesa, como los españoles Terra Networks e Inicia, el brasileño Universo Online, el argentino El Sitio, el mexicano T1-msn o los estadounidenses StarMedia Network y Yupi Inc., entre los más significativos.

2 En 2003, la penetración de la televisión de pago (por cable o satálite) en América Latina tenía una media de 16.2% de los hogares, con países con un porcentaje muy alto (Argentina, 44%, y Uruguay, 41.6%), otros con un porcentaje medio (México, 19.3%; Chile, 19.2%; Venezuela, 18%, y Colombia, 17.2%) y otros con un porcentaje muy bajo (Bolivia, 4.2%; Nicaragua, 4.1%, y Honduras, 3.6%), según datos de McCann-Erickson Latin America/Caribbean, 2004. Por su parte, en España llegaba en 2005 a 20.8% de los hogares (El País, 2006).

3 Por ejemplo, las que se dan entre Planeta y De Agostini (en toda IberoAmérica), Prisa y Televisa (en México), Prisa y Canal Plus France (en España), Televisa y Mediapro (en España) y Vocento y Mediaset (en España).

4 El medio televisivo se ha convertido en el principal soporte publicitario para los países iberoamericanos. En los principales mercados, la publicidad en televisión suponía en 2001 76% de todas las inversiones en medios en México, 62% en Venezuela, 56% en Colombia y 55% en Argentina. Por su parte, en 2003 alcanzaba 41% de las inversiones en España, que ha subido a 44% en 2005 (McCann-Erickson Latin America/Caribbean, 2004; El País, 2006).

5 A comienzos del siglo XXI, sólo tres países del área son fabricantes de televisores (aunque sea con tecnología japonesa o coreana): Brasil, España y Argentina y, en menor medida, México y Portugal.


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