12 de octubre de 2006

El mal gobierno...corporativo

Luis Miguel González

Hablando de grandes cambios en el gobierno, ¿por qué no tomar en serio la reinvención del gobierno… corporativo?

La mayoría de los consejos de administración son clubes de parientes, amigos y personas que no saben decir no. Esto afecta la forma en que toman decisiones. No hay contrapesos efectivos ante los excesos o carencias del grupo que controla la empresa.
Eso no parecía tan malo ni excepcional en 1960, porque así era en todo el mundo. En los últimos decenios el mundo ha cambiado mucho y México, sólo un poco.


El ritmo de cambio se ha acelerado en los últimos años, como consecuencia de los escándalos corporativos. El ideal es ahora la reducción al mínimo de los miembros de las familias propietarias en el consejo. Se recomienda el reclutamiento de especialistas independientes, además de la incorporación de proveedores y accionistas minoritarios.
Las deficiencias en gobierno corporativo es un asunto estratégico porque le quitan competitividad a México. Para atraer inversión extranjera estas carencias son un factor tan importante como la ausencia del Estado de Derecho o la demora en las reformas energética y fiscal.

Mejorar la calidad de los consejos de administración otorgaría más confianza a los inversionistas institucionales. Impulsaría la inversión extranjera directa y la transferencia de tecnología.
En ese sentido, el reto para los próximos años va mucho más allá de mejorar el consejo de las empresas públicas como Pemex o CFE. Somos un país de monopolios y estamos condenados a padecer una mala decisión tomada en el consejo de cualquiera de las empresas dominantes. La quiebra de cualquiera de las grandes empresas monopólicas significa ruina para una región y desabasto de un producto o servicio.

Tenemos derecho a demandar una mayor supervisión pública de los consejos de los corporativos. Ellos reciben subsidios y ventajas regulatorias, pero no asumen que las corporaciones son ciudadanos con tantas obligaciones como derechos. La avaricia es necesaria, decía Gordon Gekko, el personaje de Michael Douglas en la película Wall Street. No sería tan nociva si hubiera contrapesos en los consejos de administra-ción donde se manifiesta.

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