Héctor Aguilar Camín
Este es el título, oportuno y sugerente, que Germán Martínez Cázares y Alonso Lujambio pusieron a su compilación de textos de Carlos Castillo Peraza, uno de los dirigentes históricos del PAN. El libro fue presentado ayer.*
Castillo murió de golpe, a los cincuenta y tres años, el 9 de septiembre del año 2000, poco después del triunfo de Fox. Había dejado las filas del PAN y Fox no era su candidato, pero pocos panistas habrán hecho más que Castillo para poner al PAN en condiciones de aspirar a ese triunfo.
Castillo Peraza fue el artífice de la “política de lo posible” que convirtió al PAN en un partido de gobierno, no sólo de oposición. Este es un rasgo que subrayan Martínez Cázares y Lujambio en su estupendo estudio introductorio, a la vez un perfil biográfico, un recuento político y un itinerario intelectual.
Hay que “resistir la tentación de destruir lo imperfecto para sustituirlo por lo perfecto imposible”, escribió Castillo. “El diablo avanza en el mundo adelante de dios proponiendo lo óptimo, con tal de que no se haga lo bueno”.
La política de lo posible es la única política eficiente que hay, lo demás son aventuras o fantasías. Pero el “posibilismo” o gradualismo es un bien escaso en la política. Lo normal es la desmesura de los propósitos y las ambiciones.
Añado dos virtudes al gradualismo de Castillo: era un político con ideas y era un creyente tolerante en busca de diálogo.
Iba de la política a los libros, y de ambos a la escritura, con naturalidad y pasión; civilizaba la política. Creía con fe de carbonero, pero tenía frente a otros credos una tolerancia liberal: civilizaba la fe.
Hace falta Castillo Peraza en nuestra vida pública, hacen falta sus dones: realismo gradualista, ideas inspiradoras, tolerancia ante la diversidad.
Y humor. Decía que para ser un buen cristiano no es necesario practicar las virtudes teologales. Basta una buena mezcla de pecados capitales: que la pereza modere la lujuria, la gula a la avaricia, la envidia a la soberbia.
En 1990 Castillo escribió que la democracia mexicana “no es un edén, pero sí un buen purgatorio”.
Tenía razón, la democracia es eso: una construcción imperfecta camino a un cielo que nunca llega.
*Carlos Castillo Peraza: El porvenir posible. FCE, 2006
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