En el 2000, la Iglesia reconoció el uso de empleo forzoso en la época de Hitler y pagó 1.5 millones de euros en compensaciones a trabajadores extranjeros, pero el informe “Trabajo Forzoso y la Iglesia Católica 1939-1945” es el más completo sobre el tema realizado hasta ahora.
En las 703 páginas del documento oficial se relata la suerte de los 1,075 prisioneros de guerra y 4,829 civiles que fueron obligados a trabajar para los nazis en casi 800 instituciones católicas -sobre todo hospitales, hogares y jardines monásticos- para reforzar el esfuerzo bélico.
La Iglesia, que ha financiado unos 200 proyectos de “reconciliación”, dijo que nunca se conocerán los números finales.
“No debería ocultarse que la Iglesia Católica estuvo ciega durante demasiado tiempo ante el destino y el sufrimiento de hombres, mujeres y niños de toda Europa que fueron enviados a Alemania como trabajadores forzosos”, dijo en la presentación del libro Karl Lehmann, presidente de la Conferencia Episcopal alemana hasta mediados de febrero.
Los católicos y los protestantes fueron oprimidos durante aquella época, pero a excepción de algunos personajes destacados en ambas iglesias que mostraron su oposición, se mantuvieron en línea con el régimen.
El temido cuerpo de las SS expropió más de 300 monasterios e instituciones católicas entre 1940 y 1942 y miles de católicos fueron enviados a campos de concentración, dijo Karl-Joseph Hummel, coautor del libro.
Sin embargo, en una rueda de prensa televisada en la ciudad de Maguncia, en el oeste del país, dijo que el término "antagonismo cooperativo" resumía la estrategia de la Iglesia en aquella época.
El informe dijo que un gran número de empleados -la mayoría de Polonia, Ucrania y la entonces Unión Soviética- fueron obligados a ayudar en el esfuerzo bélico nazi en hospitales militares que no habrían seguido funcionado sin su trabajo.
Régimen nazi
Los nazis trasladaron a millones de personas de los territorios que ocuparon, sobre todo en el este de Europa, para trabajar en la industria bélica en condiciones precarias.
Se calculó que hacia el final de la Segunda Guerra Mundial, el empleo forzoso suponía alrededor de un 25% del total de la fuerza laboral.
Lehmann destacó que el número de empleados forzosos para la Iglesia fue una fracción mínima del total de 13 millones de víctimas que se cree tuvieron que trabajar para los nazis, y que sus condiciones no fueron tan malas como en otras organizaciones, según Hummel.
Estas revelaciones son las últimas en una serie de informes encargados por empresas, como Deutsche Bank, Volkswagen y Siemens, para exponer su pasado.
La Iglesia Protestante, que tiene un tamaño aproximado al de la Católica en Alemania, también ha admitido que usó empleo forzoso.
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