21 de abril de 2008

¿Y si Pemex tomara el ejemplo de PDVSA?



"Para que una petrolera estatal sea eficiente debe tener autonomía de gestión", afirma Giusti

Luis Giusti hoy es uno de los gurús más influyentes en la industria petrolera global.

Giusti fue presidente de la empresa estatal Petróleos de Venezuela (PDVSA) de 1994 hasta 1999, cargo desde el cual emprendió una de las transformaciones más profundas que se conozcan en la industria petrolera mundial.

Desde 1990, año en que empezó a ocupar diversos cargos ejecutivos en PDVSA, Giusti comenzó el diseño de un ambicioso plan de apertura a la inversión privada y de incremento en la producción petrolera.

Cuando asumió la presidencia, consolidó sus reformas incorporando a una docena de compañías extranjeras en la explotación del crudo venezolano, lo que al país le ha representado un incremento de más de 40% en su producción petrolera e inversiones que superan los 35,000 millones de dólares (mdd).

En marzo de 1999, poco después de que Hugo Chávez asumiera la presidencia, Giusti fue despedido como presidente de PDVSA por el propio mandatario y en televisión.

Sin embargo, a casi ocho años del despido de Giusti, en Venezuela siguen operando las mismas petroleras extranjeras, y PDVSA continúa con las mismas alianzas y programas de ganancias compartidas que le han dado tantos réditos.

Contra la ortodoxia

Para llevar a cabo las reformas, Giusti tuvo que enfrentarse a un sentimiento nacionalista profundamente arraigado en el imaginario venezolano, que asociaba la apertura de la explotación petrolera con la pérdida de la soberanía nacional.

"Primero había que sacarle la carga dogmática al tema, y ese objetivo se logró precisamente ampliando la participación privada en las actividades petroleras", dice Giusti en entrevista con Expansión.

Esas y otras iniciativas le permitieron a Giusti ir cambiando poco a poco la mentalidad de los ciudadanos en torno al tema del petróleo; y al final de su presidencia, PDVSA se había ganado la confianza de los venezolanos como empresa eficiente y bien administrada.

Hoy en día, los resultados de esas iniciativas introducidas durante la administración de Giusti le significan a Venezuela 1.1 millones de barriles adicionales por día, 42% de su producción total, y han llevado a PDVSA a ubicarse como la segunda petrolera del mundo.

Pemex, paraestatal, precios…

A juicio de Giusti, para que una empresa petrolera estatal sea eficiente y tenga éxito, debe tener autonomía de gestión bajo un ente regulador, esquema dentro del cual destacó los ejemplos de la brasileña Petrobras y de la noruega Stat Oil.

"Eso, aquí en México, no existe. Yo me atrevo a decir que Pemex no es una empresa, sino un instituto paraestatal", dijo Giusti.

Para el directivo, la petrolera mexicana sobrelleva "una carga fiscal gigantesca que la tiene maniatada" y para conseguir recursos "tiene que estar haciendo cola con todos los programas propios de una democracia como la mexicana".

Sin embargo, dijo que la industria petrolera de México tiene un gran potencial, sobre todo en aguas profundas, y que hay una gran cantidad de empresas extranjeras que tienen sumo interés en invertir en el sector, pero el marco legal mexicano se los impide. "Es muy difícil invertir en México en las condiciones actuales. El espacio para invertir es muy restringido, no hay por dónde meterse", sostuvo.

Reconoció que Venezuela poseía un marco legal un tanto más flexible cuando llevó a cabo su apertura, y que el sentimiento nacionalista contra la participación de empresas privadas en el sector petrolero no estaba tan arraigado como en México.

Según Giusti, los mexicanos tendrán que decidir entre quedarse con Pemex como está (sometida a enormes presiones fiscales, sin recursos para invertir en exploración, importando gasolina), o buscar que otras firmas inviertan y corran el riesgo, sin perder la soberanía sobre el recurso.

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